Tenía cinco años cuando en la televisión estaba mirando un pedazo de chatarra levantarse de las cenizas de una explosión, con el fin de perseguir a una joven pareja que desesperadamente huía de la maquina asesina a paso veloz; para mi sorpresa el cyborg con su destrozada pierna pudo superar su limitante y lograr alcanzarlos, siendo una de esas escenas que debes de aceptar porque el fin justifica los medios.
Los efectos especiales eran rudimentarios, pero efectivos para ser los mediados de los ochenta. Sin duda esa escena me causaba una terrible inquietud que me provocaban no dejar de fijar los ojos en la película. Ya con el paso del tiempo volví a ver Terminator con otra perspectiva y hasta la fecha es increíble como logra permanecer orgullosa encima de cualquiera de sus secuelas, siendo un ejemplo a seguir para otras cintas de su genero.
Ni la incesante violencia elimina el apetito de seguir mirando una trama en donde las paradojas temporales hacen de las suyas y el hecho de pensar en ellas nos pueden provocar dolor de cabeza. El libreto de James Cameron evita las casi imposibles respuestas a la existencia de la línea del tiempo en donde es posible que exista el futuro para luego regresar a prevenir lo que se supone ya existe; fue su calidad como director al igual que un equipo experimentado de especialistas en efectos visuales lo que hicieron posible una de las mejores películas de ciencia ficción.
Para esos remotos tiempos el libreto era demasiado ambicioso, otro director fácilmente pudo haber emitido aquellas escenas futuristas donde la raza humana estaba siendo aniquilada brutalmente por máquinas asesinas. Pudieron haber existido centenares de excusas que pudieron ser: desde la falta de presupuesto hasta las limitantes tecnológicas. A cambio tenemos una cinta que aún con el paso de los años logra emocionar como muchas otras desearían.
El mejor momento en lo personal tiene que ser la escena romántica en donde Kyle Reese y Sarah Connor consuman su relación de horas, forjada por el stress de la inminente muerte por parte del Terminator (lo que haya sido). Es y sigue siendo una de las más bellas escenas del cine, sin este momento crucial nada sería posible, todo el sufrimiento no tendría sentido y no tendríamos la esperanza de que algún día la humanidad logre en el futuro ganar la guerra contra las máquinas.
Es difícil de creer, pero después de todo la saga de Terminator está basada en una historia de amor que traspasa las fronteras del tiempo… Ah, y también Arnold Schwarzenegger.