Subo a tu habitación a escondidas, me embelesa contemplarte semidesnuda, mueves tu cuerpo con suavidad, rítmicamente, no te molesta mi presencia, te gusta, me seduces... De repente, mamá.
—¿Qué haces, Javier? —cierro y salgo corriendo—. ¿No estarás con la cajita de música?