Siento una mezcla de atracción irrresistible y de un no-te-metas-todavía ante el tochaco de Los reconocimientos de William Gaddis, maestro de los Pynchon y Foster Wallace cuyas lecturas ya me han fascinado. Me voy a casa y, por pura economía monetaria y mental, empiezo a releer el Moby Dick de Melville, novela definitiva a cuya reescritura no parecen poder sustraerse los mejores novelistas norteamericanos del último siglo. Extraña época esta, cuyos mayores empeños parecen titánicas reescrituras, que algunos califican de excesos y otros de petulancias.
Si Moby Dick ha sido descrita como la obsesión de un hombre por la caza de una ballena, entonces La Biblia podría describirse como la historia de un montón de gente dando vueltas por el desierto.Releo en las primeras páginas de Moby Dick que "El universo está terminado, la cúpula está en su lugar y los restos ya han sido barridos hace un millón de años".Mañana iré a la librería, a llevarme Los reconocimientos.