El día se levanta amarillo y aquí estoy, en este momento que es ahora; ese pedazo monstruoso de tiempo al que tenemos que enfrentarnos, armados únicamente por lo que somos. Pero, ¿qué somos? ¿Una recopilación de momentos pasados? ¿Un cúmulo de conocimientos almacenados? ¿De experiencias? Y todo lo pasado, ¿qué es? ¿Un pronóstico de miedos y tempestades escrito en consecuencias? Si es así, no tengo nada para protegerme.
Hace un año que lo he olvidado todo. Mi cuerpo recuerda en la lengua secreta de la piel y sus marcas, pero el primer recuerdo que tengo es despertar en una camilla de acero frío. Fui un niño crecido durante un par de semanas, mientras mis padres de bata blanca me enseñaban a sobrevivir. Después de eso me mandaron lejos, acompañado por un dispositivo electrónico inteligente que se abrazaba a mi muñeca con sus patitas metálicas.
Todo me resultaba fascinante en esa entonces. Todo era nuevo; los colores vibrantes en mis ojos, los olores fuertes en mi nariz, los sonidos emocionantes en mis oídos, las texturas, los sabores, las sensaciones recorriendo mi piel... Era delirantemente feliz, pues ¿como no amar la vida siendo todo esto tan maravilloso? Viajaba con la ayuda de mi dispositivo electrónico inteligente, sólo tenía que ordenarle que quería y él me respondía con un diligente "bip".Terminé llamándolo Bip. Si quería algo de comer, se lo pedía a Bip y él materializaba comida con su láser transmutador de partículas. Si tenía frío, se lo decía y activaba en mi sangre algo que me hacía tener más calor. Era todo lo que necesitaba en ese tiempo. Pero las cosas no tardaron en cambiar. Al cabo de un mes o mas, nuestro viaje nos llevó a un pequeño pueblo en medio de las montañas. Eran de esos pueblos que manejaban la agricultura del planeta, de gente sencilla en sus casas de metal. Recuerdo claramente que lo primero que hice fue jugar con los niños del lugar durante horas, Bip traducía y yo me divertía. Después de un rato los niños se fueron a sus casas, pero uno de ellos me invitó a comer a la suya. Su nombre era Erzon y tenía 10 años, pero cuando preguntó por el mío no supe que decirle. No sabía mi nombre y no había necesitado uno hasta entonces. Le ordené a Bip que le dijera mi nombre, pero esta vez no respondió. Eso debió haberme dado un indicio de que algo andaba mal, pero aun era un niño, así que cambié la orden: le dije a Bip que me dé un nombre. "Jon" le dijo Bip al chico. Y todo lo demás estuvo bien, aunque recuerdo que su familia me miró con algo de pena al principio, pero no dijo nada fuera de lugar. Cuando nos fuimos del pueblo le ordené a Bip que me lleve a otro. Me gustó pasar con gente y era un niño caprichoso. Pasamos por algunos pueblos antes de llegar a Anturia, una pequeña ciudad ubicada en el paso principal entre las montañas, próspera por su comercio. Allí las casas de metal eran reemplazadas por majestuosas estructuras de piedra blanca. Mi maravilla no tenía fin, así que renté un cuarto y me quedé. Fue allí donde conocí a Allare, era la dueña de las habitaciones donde me estaba quedando, pero su verdadera pasión eran estos paquetes de papel rellenos con tinta. Tenía una colección impresionante de aqullos, algunos tan viejos que el papel era amarillo y se quebraba con facilidad. "El mejor invento del viejo mundo" solía llamarlos. Pasaba horas en el comedor de la posada de Allare. Me gustaba escuchar las historias de los mercaderes, de sus aventuras por el mundo, de sus quejas y alegrías. También los acompañaban mercenarios, para protegerse de las bestias y ladrones del camino. En las noches interrogaba a Bip al respecto, pero una noche le pregunté por mi pasado, por mis propias aventuras y experiencias, y no supo responderme con su vocecita electrónica. A medida que me mezclaba con la gente me daba cuenta de que sólo a mi no me preguntaban por mi pasado. Todos eran amables y siempre decían que pasar conmigo era refrescante y divertido, pero no querían saber cuales eran los padres de Jon, donde nació, de su familia, de su trabajo, de sus colecciones o pasiones. Ni siquiera Allare. Lo cual al principio me pareció bien, pero cada día me sentía más solo y no me gustaba, ya no era un niño. Recurrí a Allare para preguntarle si la gente podía leer mis pensamientos o qué pasaba. Allare... Su recuerdo aún me atormenta. No me respondió con palabras sino con un beso y uno de sus paquetes de papeles y me pidió que me fuera, pues no soportaría mi mirada después de leerlo. Y yo como un tonto obedecí. Me fui con Bip a un bosque de colores rojizos otoñales y me acosté a leer. Allare me había enseñado a entender los signos escritos en el papel y me había prestado unos volúmenes simples antes. Pero este era más complejo, me tomó tiempo entenderlo. Contaba la historia del planeta Tierra, donde se originó la especie, en sus últimos días. No entendí porque Allare me había dado aquel volúmen hasta que leí sobre el proyecto Deslumbre. Un proyecto destinado a genios y a héroes que sirvieron a la humanidad para salvar la especie. Consistía en ponerlos en criogenia, esperar unos cientos de años y despertarlos para que puedan disfrutar de los frutos de su esfuerzo. ¿Sería yo uno de ellos? Decía que el proyecto había fracasado porque sus héroes y genios habían vivido tanto horror que se habían vuelto locos al encontrarse en otro planeta y otro tiempo. No se mencionaba nada más del proyecto, pero tenía un presentimiento de que no acababa ahí. ¿Qué tal si volvieron a intentarlo, sólo que esta vez les borraron la memoria? Pasé meses dando vueltas por ahí, sin rumbo, tratando de encontrar una respuesta en mi cabeza, pero tenía miedo. ¿Tan acostumbrados estamos a la repetición que preferimos abrazarnos del miedo antes que enfrentarnos a lo desconocido? Y sin embargo, lo hacemos cada segundo. Ahora mismo, pues ni yo sé que palabras vendrán después de estas, pero están ahí. Hoy ya estoy harto. Le pedí a Bip que me lleve al laboratorio de mis padres de bata blanca, quiero la verdad no importa que tan dura sea. Aunque, ¿qué puede ser tan terrible para volver loca a una persona? En cualquier caso, pase lo que pase, he dejado este breve resumen de mi historia para recordarlo. - Jon fuera. Bip dejó de grabar con un "bip". Y Jon bajó su muñeca. En el horizonte estaba un enorme complejo de casa de metal en donde vivían sus padres de bata blanca, resguardados por una muralla de metal cubierta de torres de vigilancia. Caminó hacia el portón principal en donde lo esperaban un par de robots. - Identificación - dijo el que estaba al mando. Jon se limitó a alzar a Bip para que el robot pudiera escanearlo. - Permiso concedido. Siga la ruta marcada. Tras la muralla había un espacio verde poblado por algunos árboles. Y más allá, las casas de metal. Jon siguió hasta una de color azul y entró a un lobby lleno de teletransportadores. - Bienvenido al Centro de Investigación y Desarrollo de Inteligencia Artificial del planeta Corpus -dijo una voz.- ¿Cuál es la razón de su visita? - Respuestas -respondió Jon. La voz tardó un minuto en responder y luego dijo: "Siga la ruta marcada". Uno de los teletransportadores se iluminó con una luz verde y Jon entró en él. Mientras se preguntaba por cuántos módulos de inteligencia articifial más tendría que pasar antes de ver una persona. Sin embargo se sorprendió cuando llegó a una oficina con un hombre de bata blanca sentado tras un escritorio de metal. - Buenos días -dijo el hombre, llevaba unas gafas digitales-, usted se está preguntando porque no recuerda nada, ¿es correcto? Jon empezó a temblar de los nervios. - Si, es correcto. - Mire, usted firmó un documento la última vez que recuperó su memoria -hizo un movimiento de ojos con lo que apareció un holograma del documento-. Con él nos prohibió terminantemente revelar la información, insistió en que quería una vida nueva, sin miedos ni dolores. Eso fue lo que le proporcionamos. El planeta Corpus es uno de los más tranquilos y hermosos de la Nueva Humanidad, aquí tenemos una de las mayores producciones agrícolas. ¿Por qué no prueba trabajando en una plantación de flores? Nosotros le proporcionaremos una plaza. Cuando Jon volvió a atravesar la muralla de metal seguía sin aliento. Habían discutido, había tratado de amenazar con violencia física al hombre de bata blanca y no había conseguido otra cosa que un sedante y un trabajo. ¿Cómo era posible que él mismo hubiera deseado borrar sus recuerdos? ¿Qué es una persona sin su pasado? Pensó frustrado, pero siguió caminando rumbo a la plantación.