Muerto pero mío, murmura mi tía-abuela Carmen observando una foto de su marido. Luego se acerca y me dice, con un cansancio de flores marchitas, que no tuvieron suficiente con robarles la vida, también les quitaron la muerte. Así dejaron de pasar los años para ella.
Una tarde me contó que estuvo frente a frente con la Parca. Hasta se atrevió a preguntarle dónde estaba Manuel, pero sólo obtuvo una mirada llena de tristeza. No me lleves, le dijo, no hasta que le encuentre. Y le enseñó sus dedos con las uñas rotas llenas de tierra.
Todavía no la ha vuelto a ver.
NiñoCactus