El 16 de junio de 1955, hace hoy 62 años, Buenos Aires vivió la única escena de guerra de su historia. No fue contra un enemigo externo. 34 aviones de la Fuerza Aérea y la Marina argentina bombardearon a la población civil que se encontraba en ese momento en Plaza de Mayo. Querían asesinar al general Juan Domingo Perón en su despacho de la Casa Rosada. Fue una masacre: las bombas estallaron sobres transeúntes, autos y trolebuses que se movían por el centro de la ciudad en un mediodía como cualquier otro. Mujeres arropadas de invierno, niños que se dirigían a la escuela y oficinistas fueron objetivos de los militares. (...)
Tres meses después de la masacre alcanzaron el éxito y la mayoría de los protagonistas de junio ocupó cargos importantes en el nuevo Gobierno. Nunca hubo detenidos ni nadie pagó por los muertos. El saldo político del bombardeo sólo puede medirse en décadas. La escalada de violencia y la guerra entre peronistas y antiperonistas duró casi 30 años, con un punto en marzo de 1976, cuando la Fuerzas Armadas derrocaron a Isabel, viuda de Perón. La masacre de Plaza de Mayo es historia, pero la disputa que le dio origen aún figura en el ADN de la política argentina.(...)
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