MEMORIAS DE ÁFRICA (Out of Africa)
Claqueta
Película estrenada entre 1983-1986Director: Sydney Pollack. 1985. EE.UU. ColorIntérpretes: Robert Redford, Meryl Streep, Klaus Maria Brandauer, Michael Kitchen, Michael GoughPelícula basada en basada en el libro autobiográficoMemorias de África de la escritora danesaIsak Dinesen. Narra, apartándose significativamente del texto del libro original, varios episodios de la vida de Dinesen en Kenia durante la época en que ésta era una coloniabritánica, y su compleja relación con su marido, el barón Bor von Blixen-Finecke y con un cazador local. Contiene largas secciones dedicadas a la interpretación de Dinesen de la naturaleza de los nativos de etnia masai, y concluye con el retorno de Dinesen a Europa a la zaga de la I Guerra Mundial.
Por motivos de conveniencia, Karen (Meryl Streep) se ha casado con el barón Bor Blixen-Flecke (Klaus Maria Brandauer). En 1914, el barón se traslada con su mujer a una plantación en Nairobi, luego abandona a Karen a sus propios medios y vuelve a su vida de mujeres y alcohol.Muy pronto, Karen se ha enamorado del atractivo cazador Denys Finch Hatton (Robert Redford), cuyo único problema es que prefiere las relaciones sin compromisos. La baronesa Blixen es una mujer que se enorgullece de su independencia, pero se siente infeliz enamorada de un hombre tan despegado y más desdichada aún por tener que vivir una situación que no es más que un vulgar cliché.Aunque Redford recibió muchas críticas porque su interpretación resulta demasiado americana, parece ser que ésta es una de las mejores actuaciones de Meryl Streep (personalmente discrepo) y el ritmo perfecto de la película resulta destacado por la hermosa fotografía de David Watkin.No debe ser fácil dirigir una superproducción como ésta, por eso me gustaría ensalzar el enorme talento que demostró Sidney Pollack durante la realización de la película. Yo creo que al igual que en otras muchas superproducciones geniales de la historia del cine, lo que al final marca el resultado final es hacer la película desde el corazón, amando la película que vas a dirigir, viendo la grandeza de la misma antes de haberla comenzado a rodar, siendo tan sólo el vehículo del que fluye de manera natural y prácticamente sin esfuerzo toda la fuerza que el guión lleva dentro de sí. Y en este punto es donde Pollack acertó plenamente, hizo su película desde el corazón, por eso nos toca a nosotros(mucho o poco) algo la fibra cada vez que la vemos.Aunque la historia de la película comienza en Dinamarca, todo lo mejor nos espera un poco más adelante, en las llanuras africanas. Posiblemente esta película tenga uno de los títulos de crédito iniciales que más me gusta ver de toda la historia del cine, no por lo créditos en sí mismos, pero las escenas que Pollack dirige teniendo casi como protagonista al tren en el que viaja Karen por África, pero sobre todo deleitándose con esos paisajes de las llanuras africanas que vamos viendo cuando el tren pasa a través de ellos, desde el amanecer hasta que cae la noche, acompañados por una de las bandas sonoras más geniales que se han compuesto para película alguna, hacen de esta secuencia casi de apertura una verdadera maravilla. Te metes tanto en la película que en los planos más cortos del tren en los que siempre hay alguien a la vista (Karen, su perro), terminas mirando a través de las ventanas del tren para intentar ver todo lo que puedas dentro de él, es como si tuviera vida propia, una secuencia llena de vida aunque al parecer a simple vista no pase nada, pero que es un perfecto augurio de toda la diversidad y vitalidad que se van a encontrar en Kenia los años previos a la I Guerra Mundial.
Aunque en la película hay varios momentos culminantes, y la película en sí sería uno de ellos, me gustaría destacar alguno en particular. Por un lado y como dije antes, la secuencia de los títulos de crédito me parece tremendamente hipnótica y brillante, el plano en el que Robert Redford le lava el pelo a Meryl Streep que derrocha un erotismo insospechado, el vuelo a través de África en avioneta (acompañados una vez más de la genial música de John Barry), la no menos extraordinaria secuencia final cuando Karen es invitada al club de caballeros, o la emotiva escena en la que suplica por los indígenas que viven en “sus” tierras al responsable de la corona británica. En fin, hay muchísimas más (Mozart en una llanura africana)Con todo esto quiero decir que es una película que, a pesar de estar muy controlada en su ritmo interno, tiene muchos momentos inolvidables. Personalmente tengo que decir que la actriz Meryl Streep tiene “un no se qué” que me repele -jamás diría que es una mala actriz- y que a menudo me impide disfrutar algunos de sus filmes y en otros comprendo que puedo ser injustopero, ciertamente en Memorias de África -!versión original!- valoro su concienzuda labor de aprender “el acento” idiomático que debe tener la protagonista -algo que siempre había leído que es una especialista-. Está muy bien. Aunque sigue teniendo -para mí- “ese algo que me repele”.La cinta fue nominada a 11 premios de la Academia y ganó 7, entre ellos a la Mejor Película, al Mejor Director para Sydney Pollack, al Mejor Guión Adaptado para David Luedtke y a la Mejor Cinematografía para David Watkin.El principal interés del filme, aparte de su imagen, es el carácter psicológico del personaje interpretado por Meryl Streep, empleando un tiempo condescendiente a su tratamiento reflexivo, y en este campo el filme tiene innumerables secuencias contemplativas, lo que puede hacer que el espectador a la vieja usanza, por no decir, el que va al cine por distraerse, no encuentre suficiente interés en el semblante femenino, por otra parte, y a título personal, extraordinariamente reflejado en una Meryl Streep única como siempre…..Junto al impecable trabajo de su director, la presencia siempre estimulante de un Redford etéreo y el telón de fondo de un África insólita, está la importancia de la partitura musical de John Barry, la cual si yo tuviera que definirla en una pocas palabras, serían: Con una esmeradísima producción la película narra la relación que la escritora mantuvo con el cazador Denys Finch-Hatton durante sus años de estancia en Kenia, pero para mis ojos, y para mi gastado corazón de amante, ver las secuencias de ambos actores dando vida a tan singulares personajes, son todo un recreo visual y sentimental de primer orden. En esta relación, ves estallar, como en todas o en casi todos los afluentes del sentimiento más viejo del mundo, el amor por el amor, el hambre de saborearlo instante a instante, por el vacío de ver como se aleja y nos voltea, pero siempre con ese sabor a miel y vinagre que nos queda en nuestro ansioso paladar.Sydney Pollack, es un total y profundo admirador de Isak Dinesen, cuidó hasta el último detalle el ambiente que rodeaba a la escritora. Su relación especial con los nativos, el esplendor salvaje del paisaje, los artículos personales, como la porcelana, los muebles, el acertadísimo diseño de vestuario, todo ello como tema central de una película, muy, muy difícil de olvidar. África se nos muestra en todo su esplendor, la inmensidad del paisaje sobrecoge. El color de la tierra, el pesado caminar de los animales bajo el sol, el canto de los nativos que tanto inspiraron a Dinesen y que se convierten en la esencia de sus libros…Todo ello es extraído por Pollack, recreando con fidelidad la etapa de su vida en África. Aunque no sólo podemos contentarnos con el mero disfrute de las bellísimas imágenes, destaca, por encima de todo, la magnífica interpretación de Meryl Streep que nos ofrece una actuación profunda, rica y con genuino acento danés. En ella descansa el peso de la película mientras todos los demás personajes gravitan a su alrededor. La apasionante historia de Dinesen tiene sólo un gran rival en el filme y éste es el poderoso escenario en el que discurre. La historia nos conmueve en su final con la pérdida de Denys y de la granja, la pérdida de un mundo en el que Dinesen ha sido feliz. Sin embargo el inmenso poder y grandeza del lugar, la pesadez de la sabana, o el mismo olor de los animales, junto con la brisa africana, se hacen compañeros del afortunado espectador hasta envolver toda la historia central. Memorias de África supone para el espectador un ejercicio de contemplación, quizás más aquí que en cualquier otra película. Contemplación sin prisas, dejando que las imágenes nos adentren en la esencia de esa tierra, su grandeza y su crudeza. Tal y como se nos presenta a través de los ojos y el corazón de Isak Dinesen.