Memorias de Bali

Como ya he contado alguna vez, salir de Tokio de vez en cuando es una verdadera necesidad.
Ya sea para perder de vista durante unos días las interminables multitudes de cada mañana, u olvidarse de la megafonía que anuncia la llegada de la próxima estación, salir por ahí cada par de meses se ha convertido en mi pequeña válvula de escape.

En esta ocasión y aprovechando la resaca de la famosa Golden Week, decidí coger un par de días de vacaciones y plantarme en las playas de Bali sin pensarlo demasiado y con la Ricoh GR en el bolsillo.

Varias personas me habían recomendado Bali. Ya sea para hacer surf (la zona de Kuta), ya sea para disfrutar del bosque tropical (la zona Ubud) o para disfrutar de vistas y puestas de sol inolvidables (casi cualquier rincón de Bali va bien para esto)

Con un clima tropical húmedo durante todo el año y una esporádica época de lluvias, Bali es un paraíso para cualquier turista que quiera reposar sus huesos en la playa y olvidarse de toda preocupación excepto de mantener a mano (y a ser posible fría) una botella de Bintang.

En esta ocasión mi intención era no preocuparme de lo más mínimo, así que contraté un tour con HIS que nos incluía vuelo+hotel y el transporte entre las diversas regiones de la isla. Totalmente recomendado por cierto.

Al llegar al aeropuerto y pasar el trámite de pagar los 20USD para sacar la visa on arrival (otra marca mas para mi pasaporte a lo Bourne) teníamos al guía del HIS esperándonos.
Dábamos por sentado que los guías hablarían inglés, pero nos sorprendió con un japonés bastante más que decente!

Al ser Bali un destino turístico internacional, no es de extrañar que los balineses que trabajan en la industria del turismo sean fluentes en varios lenguajes.
Una de las cosas que me llamó la atención es que por lo general todos los balineses son bilingües. Bali tiene dos idiomas oficiales, el balinés y el indonseio. Pero debido a la migración procedente de Java, Sumatra, Lombock … hay todo un crisol de lenguajes hablados en esta pequeña isla.

Tal vez sea debido a ese bilingüismo auctóctono que los balineses sean tan buenos aprendiendo lenguajes.

Nuestro hotel estaba a las afueras de Kuta. Habíamos escuchado varias historias de horror a cerca de esta área.

Kuta tal vez sea la zona urbana más grande de Bali. También es conocida por su vida nocturna y por sus playas. Estas últimas debido a su fuerte oleaje no son recomendables para el baño. Sin embargo son el paraíso de los surfistas.

Nos habían recomendado cuidado con turistas borrachos, con estafadores, con las motos, con …. bueno básicamente con todo.
Lo cierto es que no era para tanto. La zona centro de Kuta, si estaba llena de gente tratando de venderte paquetes turísticos no del todo transparentes, pero eran fáciles de ignorar. Los vendedores ambulantes te paraban por la calle para convencerte de que entraras en sus tiendas y tal.
Pero a parte de eso nada raro. Era incluso hasta divertido.

En cuanto a la vida nocturna, no tengo queja. Cenamos y bebimos sin problema alguno (bastante barato por cierto) y regresamos al hotel dando caminando por la playa sin ninguna sorpresa.

Al día siguiente nos fuimos a visitar Ubud. Caminamos hasta las oficinas de HIS y ahí teníamos un bus esperándonos para llevarnos a Ubud. Puntualidad Japonesa en Bali, esto era de traca!

El conductor era un tío bastante majo, hablaba muy bien japonés y decía que no lo había estudidado, que lo había aprendido llevando a sus clientes de un lado a otro. (Eso no me lo acabo de creer pero bueno.)

El viaje a Ubud nos llevó como una hora aproximadamente. Era interesante ver como, a medida que se va ascendiendo hacia Ubud, van cambiando los pueblos y las actividades a las que se dedican.
En Bali, la artesanía es una de las industrias más importantes. Ya sea trabajar con la madera, la piedra, orfebrería… los diversos artesanos parecen juntarse en villas o pueblos a modo de gremio.

También era interesante ver que uno puede darse cuenta de a que se dedica la villa, viendo el tipo de casas de la que se componen.
Por ejemplo, la mayoría de las casas del pueblo de los carpinteros eran bastante modestas, sin embargo, las casas de la villa donde trabajaban el oro eran bastante más elaboradas, y en algunos casos espectaculares.

En Bali hay arte por todas partes, en especial arte religioso. Y me dio la impresión de que los balineses viven su religión a diario. Me parecieron unas personas bastante espirituales en ese sentido.
Por todas partes se pueden ver pequeñas ofrendas a los dioses, y el olor a incienso flota por casi todos los rincones.
Nos contaba el guía que antes de cada comida se hace una pequeña ofrenda a los dioses con un poco de lo que se vaya a comer y una barra de incienso.

Esta pequeña ofrenda se considera sagrada mientras se quema el incienso, luego se convierte automáticamente en basura… y menos mal porque yo me llevé por delante más de una y mas de dos de esas ofrendas.

Ubud me pareció especialmente bonito, tanto la zona de las terrazas de arroz, como sus templos (aunque ahí debo decir que estos últimos me parecieron bastante simples y tal vez algo descuidados si los comparo con los japoneses). Y si regreso a Bali me quedaré por aquí al menos un par de días para verlo todo con calma.

El tercer día lo pasamos dando una vuelta por Kuta y haciendo algunas compras y por la tarde fuimos a visitar el templo de Uluwatur. Habíamos contratado la visita al templo con la entrada para ver una danza Kecak y luego una cena en la playa.

El templo en sí no merece la pena. A parte de ver un par de monos a su bola y unas vistas desde el acantilado espectaculares, no hay nada que hacer aquí. El sitio está masificado y además el guía nos contó que la entrada a este templo normalmente es gratuita pero que a los turistas se les cobra (lo que me tocó las pelotas) y que si no queríamos tener mucho tráfico al regresar mejor nos diéramos prisa para no pillar atasco.

La danza Kecak fue de lo más interesante que vi en Bali, tal vez si hubiera podido cambiar algo del viaje cambiaría el haber visto esta danza en algún otro lugar menos abarrotado. Y tal vez por esas recomendaciones de evitar el tráfico que dan los guías, la gente empezó a salir (y a cruzar por el medio del escenario) mientras los artistas todavía estaban trabajando.

El último día nuestro vuelo salía por la tarde, así que contratamos un masaje en un Spa insider que nos recomendó el conductor de HIS y donde no hablaban inglés (buena señal) donde pasaríamos 2 horas de auténtico relax y luego nos dieron de comer todo incluido.

Resumiendo, Bali ha sido un verdadero descubrimiento para mi. Estoy convencido de que volveré algún día con algo más de tiempo y con una idea mucho más definida de que lugares visitar y cuales evitar.