Revista Literatura

Mentiras cotidianas

Publicado el 28 abril 2012 por Nidael Dore

MENTIRAS COTIDIANASMENTIRAS COTIDIANASLa luz de la luna se coló por la ventana pintando reflejos en las blancas paredes de la habitación y sobre los muebles, la alfombra y la cama, revelando sin permiso las entristecidas arrugas de desveladas sabanas. Hoy convertidas en dunas de algodón pobladas de ausencias y cobijando al vientre el compungido oasis de un pozo de lágrimas, brotando desde lo más profundo de la desesperación.Karina, Acostada, con los ojos brillantes por la humedad del llanto, observó con pausa la fotografía masculina que, sobre la mesa de noche, daba pie al velador. Una sonrisa enmarcada le devolvió la mirada provocándole sentimientos de rabia y rencor.Se puso de pie para abrir los cajones. Sobre los pañuelos dejo caer sus ¿Por qué? sin respuestas.  Y al acariciar las camisas, de él, las reconocieron sus dedos y soltaron los mismos botones, conocidos en ayeres, mostrando el vacío donde antes estaba el  escondido remanso de su piel. Entonces… la tela azul flor lisiada de un pijama, saltó sobre ella, arrojándose entre sus brazos y confundiendo nostalgias con vuelta a querer. Ella lo apretó contra su pecho cerrando los ojos para embriagarse de su perfume, recordando pasados momentos íntimos, en ese mismo cuarto, en otras lunas, cuando era feliz y no había dolor. Con la voz, de él, susurrándole al oído las mismas repetidas palabras, noche tras noche, con las  mismas  mentiras, que simulaba creer. Pasados momentos donde manos alfareras modelaban su carne entre caricias y el peso inconfundible de su cuerpo aprisionando a su cuerpo entablaban luchas empatadas, sin cuchillos ni espadas, de donde los dos salían heridos y vencidos después del placer. ¡Por fin! Le había dicho… ¡No!.  A tantas adulteradas palabras…a esa voz sin compromisos… a la cita constante de un “Quizás mañana” mintiendo consuelo y contención. Karina. Cerró los cajones y fue a la ventana, le habló a la noche de su dolor. Esta, apiadada, parpadeo estrellas, sonrojo la luna y para abrazarla lleno de sombras el jardín, la casa, el cuarto y todo, a su alrededor. Fuera, en la calle, la solitaria luz de una farola atenuó su brillo entre tristezas. Y el asfalto frío de la vieja calle remarcó los pasos por donde él se fue, caminando despacio sin voltear la vista, sin dejar palabras, sin decir adiós.Le había dicho…  ¡No!. A todas esass mentiras… a tantas falsas promesas de amor… a la procesión doliente de camas vacías, abrazando soledad, ausencias y dolor.Abrazada al pijama, bailó por el cuarto, mientras llovía en su corazón y la tela azul absorbió cada una de las lágrimas que derramó. Porque, muy en el fondo, sabía que, esta separación, duraría hasta el día en que él regresara… y la llame a sus brazos… con el mismo hipócrita y mentiroso… ¡Hola, mi amor!Thalía - EquivocadaRecuerda apagar el reproductor de la página antes de dar play al video

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