Engulló sin descanso su plato diario de nada. Sintió el acostumbrado hartazgo junto con el sopor de la sobremesa y tras su extensa siesta miró en la despensa qué podría cenar. Allí sin sal ni gracia permanecía su desolado plato de vacío. En silencio tomó aquella sopa de infinita ausencia.
Revista Diario
Engulló sin descanso su plato diario de nada. Sintió el acostumbrado hartazgo junto con el sopor de la sobremesa y tras su extensa siesta miró en la despensa qué podría cenar. Allí sin sal ni gracia permanecía su desolado plato de vacío. En silencio tomó aquella sopa de infinita ausencia.
