Se ha puesto imposible salir del castillo con tanta videocámara urbana y patrulla cazavampiros. Menos mal que a veces, en noches de plenilunio, se acerca algún sicofonista de Cuarto Milenio y otras algún boy scout atrevido y despistado. Eso sí, cada domingo, una nueva pareja de adventistas del séptimo día.