Solo oír hablar de mercados…-no lo puedo remediar- me entra grima, se me ponen los pelos de punta y eso que desde hace muchos años, tengo la cabeza como una bola de billar. Obligan a los países a obedecer sus mandados, los miran con lupa, les retuercen el brazo, los subastan sin contar ni tener ninguna consideración con sus gentes. Cuentan con la complicidad de unos políticos renegados y lacayos que en vez de obrar a favor de los intereses de la mayoría, amparan los intereses de unas privilegiadas minorías. ¿Quién les dio a esos mercados vela en este entierro? ¿Quién los avala? ¿Quién los habrá elegido en mala hora?
Los actuales políticos no cumplen la sagrada misión para la que fueron creados, y elevados al rango de señores de todos los privilegiados, así que llegó el momento del recambio. Los señalan y acusan, sus múltiples errores de gestión, despilfarros sin cuento, injusticias, corrupción galopante y sobre toda la cobardía de que hacen gala, que unida a la impunidad de que gozan, tal como están, son un gremio prescindible, y muy dañino para la sociedad, habrá que fundirlos con un nuevo molde, si puede ser, un poco mas cuidadoso.
Falla en conjunto toda la sociedad, sociedad adormecida sin criterio, comenzando con una educación y una información en precario desde la intemerata, y más después de constatar que ambas instituciones, empeoran a ojos vistos. Poco se puede esperar de esta sociedad, de la que salen unos políticos que con sus huevos de cerrica (ave pequeña) coquetean y toleran el mayor de los abusos e injusticias, mientras protegen como buenos lameculos los intereses de sus señores.
¿Qué fue de aquellos periodistas?: Leales con los ciudadanos, independientes de quienes escribían, ajenos al poder, informando sin deformar, con conciencia, esforzados en hacer que lo significativo resulte también relevante, siendo foro y caja de resonancia de la crítica y la participación de todos los ciudadanos. En un estado crute donde los haya, hoy día sobre esa charca podrida, solo flota el periodismo bazofia, asomado a cualquier escaparate.
Y siguen erre que erre machacándonos con que el colapso del sistema público de pensiones nos aguarda a la vuelta de la esquina, a no ser que acometamos profundas reformas, ¡será el diluvio! ¿No es para extrañar un poco, tan repentino desvelo? ¿Desde cuando se han vuelto tan considerados con nuestro futuro? Siempre fueron partidarios del sálvese quien pueda, o en su defecto, a quien dios se la de, San Pedro se la bendiga, pero ahora de una manera un tanto sospechosa, están empeñados en salvarnos las pensiones a la fuerza. Lo simpático es que quienes avalan tan catastróficos pronósticos, son unos presuntos economistas que se sabe cobran generosamente de unos bancos no demasiado santos, principales beneficiarios de la privatización de las pensiones.
Y voy a dejarlo, por que después de los acuerdos perpetrados estos días, contra los pensionistas –gremio al que me faltan pocos años para ingresar- Temo que me termine hirviendo la sangre y no me quede más remedio que acordándome de la madre de alguno -cosa que no quiero hacer- aparte que la madre ya tuvo bastante castigo con haber tenido en la barriga tamaño aborto. Lo simpático es que dinero hay asgaya, aunque mal repartido. Ni te cuento lo que se les dio y se les sigue dando a los bancos, a la secta, al ejército, a los vividores de los sindicatos, a alcaldes y concejales de tres al cuarto, a senadores, etc. Pero no, esos no se pueden tocar ¡que se enfadan! Los pensionistas peor pagados de toda Europa, son los que tendrán que pagar el pato, y los que vienen detrás si quieren cobrar alguna pensión que adelanten de su mísero sueldo una parte, para entregarla en manos de los banqueros, que en el fondo es de lo que se trata, no vaya a ser que tan benefactor gremio no tenga a que hincar el diente. ¡Gentuza! Van a conseguir que a la gente no le quede más remedio, que volver a empuñar las armas para defender el garito de pan.
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