Revista Literatura

Mercedes (1)

Publicado el 11 noviembre 2009 por Rodrigoyanez

Mercedes (1)Recuerdo que era fanático de mi historia . La gente le llamaba obsesión cuando les llegaba el turno de oírla. Se ponían impacientes. Rascaban sus cabezas, bostezaban y luego, simplemente se desaparecían.  Ya había pasado tantas veces lo mismo, que pensé que debía terminar la noche y mi historia, párrafo a párrafo, alternando con diversas personas. No tenía nada que perder, sólo el poco dinero que me iba quedando, con el cual pagaba aquella cerveza barata.
Era un bar para jóvenes. Ya el efecto del alcohol me llevaba a pensar profundamente si había llegado a aquél lugar por coincidencia. El jodido lugar estaba repleto de humo, y el aire era gris, pero al menos la música anestesiaba la escena. Había una rockola al final, donde se centraba la gran masa de chicos. No perdían tiempo en ir poniéndole monedas al asunto, y yo no iba a quejarme de aquello. Era un blues exquisito al paladar acústico. 
De pronto entró una pareja. Ella era una dama elegantemente bien vestida, rubia,con el cabello tomado, una nariz perfectamente salvaje, y con unos ojos penetrantes. Él, a mi conveniencia, no era más que un tipo viejo y aburrido para ella. Éso quería pensar.
Pasaron los dos por mi costado izquierdo, y mi dilatado olfato temperamental, de gusto quiso consumir su perfume. Le seguí los pasos, la contemplé. Bebí un largo trago, con ganas. 
Levanté mi mano, indicando al mozo.
- Otra más, por favor - Le dije.
Se habían sentado muy cerca mío, sólo tres mesas mas allá.  Cambié de posición por que la espalda del tipo con el que ella estaba, no me permitía seguir mi misión de contemplarla. 
¿Qué hacía ella en aquél lugar tan juvenil, y aún más, con ese hombre? Diablos ¿Qué hacía yo ahí?
Nuestras miradas chocaron. 
Comencé a pensar que estaba aburrida de la conversación que le ofrecían. O éso quería pensar. Pero no estaba equivocado, la mujer hacía muecas de aburrimiento. Traté de leerle los labios, pero no alcanzaba a oírla. Sólo me quedaba seguir bebiendo, y esperar, con suerte, que quedara sola. 
Levanté mi mano.
- Otra más, por favor.
Las yemas de mis dedos, y los canales congelados de mi garganta me hacían saber que la cerveza estaba helada. Aquél sorbo, me sacó de mis profundos pensamientos. Había que esperar, quizás aquella noche tendría suerte. De pronto el tipo se puso de pie, y se fue apresurado, sin mirar atrás. Quizás fue el delirio causado por el alcohol, pero me sentí aventurero y me acerqué a la dama sin perder segundos, ni darle chance siquiera de que se fuera. Esta es mi oportunidad.

Había prendido un cigarro de todas maneras, y se veía seria. 
- Quizás usted tuvo la culpa de que el se haya ido. - Dije, sin esperar ninguna clase respuesta positiva. 
- ¿Disculpe? ¿Lo conozco?
Recién ahora comprendía mi imprudencia y estupidez. Pero ya estaba ahí. En aquella circunstancia.
- Usted se llama Mercedes, claro que sí. - Dije sonriente y con la vulgar cerveza en mi mano. Y entonces ella perpleja y sorprendida, dijo.
- Señor lo lamento, usted se equivoca. Mi nombre es... - Lo pensó unos cortos segundos, y prosiguió.
- Disculpe ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?
- He estado intentado contarle mi historia a ya unas cinco o seis personas, quizás siete ya lo olvidé. Pero todos se sienten aburridos y simplemente se van. Usted sería mi párrafo número ocho, y es el más interesante. Le llamaré Mercedes, por que Mercedes es la protagonista de mi aburrida historia.
Cruzamos miradas, ella aún sorprendida del abuso de confianza absurdo, y yo simplemente expectante ante un probable rechazo. Sus ojos penetraron los míos, y su dulce voz pronunció
- Qué le hace pensar que yo...
- No lo hago - Le interrumpí. - Sólo sería otra chica bonita, vestida elegantemente, que no quiso jugar a ser Mercedes
Entonces se tornó decidida y alzó su mano. Al mozo le pidió un café.
- Ya llevo tres - Dijo - Me gustan bien cargados.
Fin parte 1.


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