Metamorfosis

Publicado el 14 noviembre 2011 por Laesfera
Hay días que me despierto aburrido. Me levanto resacoso de la vida, vomitando los sueños que no he tenido. El olor a café recién hecho me devuelve el mismo aroma agrio de todas las mañanas. Recorro idénticas calles camino del trabajo. Observo parecidos rostros, similares miradas. Me ladran los perros; me defecan a gritos las malditas palomas. Escupo al mundo esperando que alguien me devuelva el golpe, pero nunca pasa nada. Quisiera gritar, clamar, negarme a ser protagonista de esta farsa que es la vida. Dejar de abrir el arcón y encontrar nada, de sentirme muerto aunque respire. Así un día tras otro: cavando trincheras de frialdad, lamiéndome las heridas. Pero ¿cómo cambiar de rumbo si ignoro el camino? Algunas veces la existencia nos ofrece transitar senderos nuevos, escarbar túneles inéditos. Todo parece fácil antes de colisionar contra la muralla del presente. El hoy acuña nuestros pasos: nos gobierna de forma inexorable y desertamos, huimos de esos inesperados desvíos creyendo que
lo cierto es permanecer invariables, detenidos, esperando que la vida, caprichosa, nos viva. Si pudiera no creerme todo lo que pienso. ¿Quién tiene el coraje de decir la verdad, ser arrogante ante los imbéciles, aguantar impertérrito tanto estúpido? ¿Quién tiene el valor de vivir solo, sin sociedad, sin normas, sin convenciones, alejado de la hipocresía, desprendido de la culpa; acariciar el monstruo del sufrimiento y soportar la infinita soledad del mundo? ¿Quién puede prescindir del gruñido de los cerdos, del aullido de los lobos? ¿Quién? No requiero respuestas, me conformo con entender las preguntas. Ni siquiera caviles como salvarme. No lo hagas, guarda tus alas de ángel para mejores oportunidades. Piensa que todos los antídotos se convierten en veneno, que tal vez me guste transitar por el alambre. Seguiré vagabundeando sin destino, hambriento de miradas, buscando rostros que alumbren nuevos caminos. Miedo; puede que sea miedo, duda, turbación. Tampoco hay que preocuparse demasiado: la existencia es un juego, un juego en el que sólo nos va la vida.Texto: Xavier Blanco