Una extraña melancolía me invade. Sentimiento de pérdida, de momentos que jamás volverán. Añoranza de tanto tiempo juntos. Simbiosis hombre-máquina durante cinco vueltas al planeta aún sin salir de Iberia.
Parte de tu volante está mezclada con la piel de mis manos para siempre. Nos fundimos en el mismo olor durante viajes eternos. Nos conocimos hasta no necesitar palabras.
Gary Moore también te acuna a ti con sus tristes notas.
Te confié ilusiones y penas. Mi vida entera se trasladó en tu interior más veces de las posibles y menos de las necesarias; luchando mil veces entre cero, contra tormentas de nieve, nieblas impenetrables, diluvios épicos e infernales estepas.
Testigo mudo de mis años más convulsos, me protegiste en el camino duro para poder perderte los mejores años que están por venir.
Nos prolongamos en nuestros objetos inanimados impregnándoles de nuestra esencia y parte de ella se morirá cuando se apague por última vez el motor de mi amigo Raimundo.