El otro día escribí que pensaba que sería incapaz de volver a amar a alguien. Pues bien, eso no es del todo cierto. Me enamoro constantemente. Me enamoro de cientos de personajes que otras personas han creado para hacernos soñar a los demás.
Amo a la justiciera Amelie. A la elegante, madura y segura de si misma Blair Waldorf. Amo a mi querido psicoanalista Paul Weston, que ayudando a los demás, me ayuda a ayudarme a mí misma. Amo al vampiro Damon, al arcángel Rafael. Amo a Dante, cada vez que le escucho decir eso de “Hay que follarse a las mentes” , me vuelvo multiorgasmica. Amo a Dracula, a Dorian Gray. A V, a Don Juan DeMarco y al Libertino. Amo a Holly Golightly, desayunando embelesada frente el escaparate de Tyffany´s, hablando con su querido gato “Gato”. Amo a Humbert y a Fluff y Puff. Y sobre todo amo saber que esta lista podría ser interminable, y que lo será mientras siga habiendo personas capaces de crear y soñar.