Mi día más sensible

Este pasado domingo salí al tran-tran. Tuve buenas sensaciones desde el inicio. Quiero decir desde que amaneció y puse los pies en el suelo. Hay días que ves venir las cosas con mucha claridad. Hueles el futuro. Así que me puse en marcha sin demora, forzando la mecánica del ritual que nos arranca para toda la jornada. Ni siquiera repasé mi equipo antes de saltar a la calle. Hacía algo de fresco, pero el sol brillaba potente. La salida estaba cerca de casa.
Me pareció ser la última en llegar. Cuando tuve los músculos preparados, tras el preceptivo calentamiento, busqué un hueco entre el resto de corredores que esperaban ansiosos y alegres la señal de partida. Se notaba, no obstante, la tensión que precede a los momentos largamente esperados.
Por fin, los atletas que me precedían comenzaron a andar, luego a trotar y, en pocos metros, a correr, jaleados por los gritos de ánimo y euforia de los espectadores. Muchos de ellos pugnaban entre brazos y cabezas por conseguir la mejor imagen con sus cámaras. Me fui instalando en la velocidad adecuada a mi estado de forma. Aproveché la primera posta para echar un par de sorbos y… no sé, algo me pasó. Desde ese instante hasta el final de la carrera, noté bajo mis pies que le comía terreno a la rotación terrestre. Como si me hubieran traspasado el poder de mover el mundo. Nadie se dio cuenta y yo no me di prisa en terminar. Sí, nunca me había sentido menstrualmente tan sensible. No fue éste un domingo cualquiera.
Referencias
http://www.vakawapa.es
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