El amor llega sin avisar y
si toca al enloquecido,
¿qué le sucede?
¿Descubre que ha sido bendecido
por sublimes aleteos
de felicidad?
¿O sigue perdido en el infortunio de
cientos de abrazos,
miles de promesas incumplidas,
millones de locuras con o sin nombre?
Una mujer varada a su locura
gastaba su vida buscando
un beso, un gesto,
una mirada,
futuro, amor,
comprensión,
vida, llamas, fuego, pasión...
Mientras miraba un cristal,
anclada a mensajes y canciones,
llamó por azar el amor sin ella buscarlo,
arrastrándola en delirios y sonrisas,
y en ese torbellino quedó atrapada,
entre el mundo y el cristal,
entre la vida y el sueño.
El tiempo pasa a gotas sublimes
de candente gozo,
noches de lujuria,
confidencias, fuego.
Mas aun amada,
en su enloquecer,
siente su vida golpear contra rocas
de sangre caliente, pasión,
mieles, hieles y mentiras.
Llora.
Duda.
Miente y titubea.
Y aunque había arribado a puerto sin saberlo,
golpeando su barco contra las rocas
de la orilla,
siguió llorando enloquecida.
¿Qué pasa por su cabeza
que si bien ama otra vez,
desama, cual tejedora,
cierra puertas y ventanas,
y aun recibe gozosa
otros besos?
Se enredan, en maraña
entre sus labios,
pues no distingue, enferma,
entre verdad o mentira.
Sus labios mentirosos,
deshonran su propio ser,
maldita locura que, de rodillas,
ha hecho que pida
perdón a su propia sangre,
al no ver más allá de su delirio.
Maldito fue el hombre
que sin amarla,
hace años hirió su alma
con estocadas de
incertidumbre.
Ahora siente que no puede amar bien,
aun siendo bien amada...
Y un día,
entre su tormenta llegó él,
trayendo consigo mil fantasmas.
Se mostró.
Bailaron.
Se enamoraron sin saberlo.
Ella acarició sus males,
le dio paz,
él cobijo,
éxtasis, pasión, dolor,
cuerdas, oscuridad,
nueva vida...
Pero él se marchó y ella quedó en la orilla,
sola.
Marineros bailaron a su alrededor
en una danza hueca.
Y ella danzó, esperando su regreso.
Danzó enloquecida, sin saber,
sin amar, sin amor
y de nuevo perdida.
Esperaba su regreso.
Pero no llegó.
Y esperó, desesperada,
sin bailes, sin máscaras,
sin más amor que el de desear
su regreso.
Curada de locuras
deseando enloquecer con él,
solo con él.
Juntos, ambos...
"Siénteme, amor, estoy contigo.
Tú eres mi eternidad y yo la tuya."
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