Mi experiencia en el centro de salud, estando embarazada

Publicado el 10 enero 2015 por Sylvia
Estoy inscrita en el Seguro Popular. Más de una vez, antes de estar embarazada, fui al Centro de Salud que me correspondía, y recibí atención médica y medicamentos. Me había ido bien; pero mi experiencia durante el embarazo, como usuaria del servicio, no fue buena.
En primer lugar, señalo que no todas las unidades son iguales. Al cambiar de domicilio, cambié de centro de salud, y la infraestructura era mejor en el primero que conocí. Voy a hablar del centro en el que me estuve atendiendo por unos dos meses. Está en la delegación Epigmenio González, en el municipio de Querétaro.
Recibir atención ahí, significaba levantarme de madrugada para estar haciendo fila afuera de las instalaciones, a las 6:30 de la mañana, y esperar ahí, a que abrieran, a eso de las 8:00. O las 8:30. O la hora en que buenamente pudieran abrir. Los primeros meses del embarazo, eso significa estar ahí con náusea, con frío, y sentarme donde fuera posible, o permanecer de pie. Ni qué decir de estar esperando con una infección en las vías urinarias, o cualquier otra condición.
El baño de mujeres estuvo descompuesto durante semanas. Ni el de hombres, ni el de mujeres, tuvo nunca los suministros necesarios (papel higiénico, jabón, papel o algún aparato para secar las manos); pero lo más desagradable era que no siempre estuvieran limpios. El baño del primer centro de salud al que iba, sí que comúnmente estaba sucio; me extrañaba que llegué a entrar cuando lo acababan de abrir, y los botes de basura rebosaban... también tenía puertas que no cerraban...
Pero volviendo al centro que me corresponde ahora: El espacio al que podría considerarse pasillo y sala de espera, solía tener el piso sucio. Hay quien pensará que eso es culpa de los usuarios que ensucian, y tal vez; pero es responsabilidad de quienes manejan la institución. En las bancas para esperar turno, siempre insuficientes por la mañana, había algunas sin asientos. Pero lo peor eran las sillas del aula donde fui a varias pláticas para embarazadas; no sé si estarían muy viejas, pero varias no servían, y vi caer a tres mujeres con todo y sus panzas. El aula en sí misma, no tenía las condiciones adecuadas; con un pintarrón rayado de los que ya no vuelven a quedar blancos, con cajas de cartón y otras cosas apiladas en una de las esquinas, con mala ventilación.
Antes de entrar a la plática o a consulta, leía los carteles de las paredes. Ponen los que les manda el Sector Salud, más alguno de algún farmacéutico. Los demás, habría que saber quién los hace para darle un cursillo, porque son una vergüenza. Que los letreros con avisos estén pobremente redactados, parece que ya es parte de nuestra cultura mediática: vale. Que haya anuncios superpuestos, mal pegados, de torpe diseño, no tiene gran importancia. Pero había tres periódicos murales con campañas educativas o de divulgación; dos de tres, no solamente mal presentados, sino realmente mal escritos, con pésima ortografía. Sobre el contenido de la información, tengo mis objeciones; algunas, serias; pero eso podría ser cosa muy mía. Lo de que esté mal escrito, en un ámbito institucional, sí me parece nefasto. Resulta difícil confiar en lo que van a enseñarme, supuestamente desde su conocimiento científico, personas que no pueden escribir bien, palabras comunes que manejan cotidianamente.
Luego escribiré sobre la atención brindada por las personas...
Silvia Parque