Revista Diario

Mi familia y otros animales, misión México

Publicado el 20 mayo 2011 por Rizosa
¡Buenos días, querid@s!Mi moreno caribeño y yo ya estamos aquí, para envidia de las Siles y las no-envidias de los Omarses ;)
Acabo de volver de un viaje maravilloso. Ha habido de todo lo que necesito para sentir que he vivido unas vacaciones de verdad: playa, sol, cócteles, excursiones, tiempo libre y desconexión total. Pero vayamos por partes y acompañadme en mi diario de viaje, para saber de lo que os hablo:
Día 10Emprendimos el viaje papá rizoso, mamá rizosa y servidora. Debo decir antes de nada que hacía tiempo que no viajaba con mis padres, y me había olvidado de lo... curioso que puede resultar. También hay que admitir que un vuelo de más de 10 horas desespera a cualquiera, claro, y más cuando ponen el aire acondicionado del avión a 15 grados y tú vas con ropa de verano... Pero en fin, que descubrir que tú eres la más paciente y calmada de la familia ante situaciones adversas a veces pone a prueba tus nervios :P
El aeropuerto de Cancún es extraño. Nada más llegar compruebas que allí también se da eso de "me estás estresaaaaaaaando", ya que las azafatas de los mostradores de aduana estaban haciendo un corrillo con sus sillas y, cuando a ellas les vino bien, nos atendieron. Pero yo estaba de vacaciones y nada me iba a estresar. Además justo a la salida de la terminal de llegadas hay un chiringuito de cócteles y tequila, y eso sólo puede ser buena señal.
Pasamos la aduana y llegamos a otro mostrador con una buena mujer y un botón misterioso. "Pulsen el botón, por favor". Le damos: luz verde. "Pueden pasar". Me quedo con cara de wtf? mirando hacia todos lados, pensando que nos habían hecho un escáner o algo sin darme cuenta, pero no. Una pareja que iba justo después de nosotros pulsó el botón y se les encendió la luz en color rojo, y la mexicana les dijo que tendría que abrirles las maletas para comprobar todo su equipaje. Vamos, que allí la cosa es mera cuestión de probabilidades: verde-pasas, rojo-abres maletas.
Nos tocó otra hora de autobús hasta llegar al hotel, que estaba al norte norte de Yucatán, y durante el viaje ya nos pusieron un vídeo de esos promocionales con imágenes caribeñas y música mexicana de fondo donde Luis Miguel gritaba "Méxicooooooooooooooooo Méxicooooooooooooooo" como poseído por el espíritu del Chapulín Colorado. Debo decir, eso sí, que el vídeo cumplió con su objetivo: que nos despertásemos del letargo del vuelo interminable y empezásemos a tener ganillas de diversión tropical.
Con la llegada a nuestro hotel casi me caigo de culo: impresionante. La recepción era simplemente increíble, con una estatua enorme en el centro representando a no se qué dios mexicano (os confieso que me lo contaron, pero estaba tan cansada que lo olvidé... sé que tiene que ver con la unión del hombre y la naturaleza) y el techo hecho con madera y palmerales, al más puro estilo caribeño, formando una cúpula majestuosa y bonita. Columnas, sillones, palmeras y brisa cálida, además de nuestro primer cóctel mientras hacíamos el check-in. La fiesta había comenzado.
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Nuestras habitaciones (hasiendas en cuanto puse el modo-chamaquito /on jiij) estaban cerca de la recepción, en el tercer y último piso de unos edificios tropicales rodeados de cocoteros y flamboyanos.  Nada más entrar en la mía descubrí con emoción que me habían dejado una especie de cisne hecho con toallas sobre mi cama, y oye, soy una lerda tontorrona y este tipo de detalles me hacen ilu xDDD Además tenía todo lo que debe tener una suite: hidromasaje en la bañera, terraza con vistas increíbles a la selva, zona de estar con sillonaco, armario infinito y una enorme cama king size por donde desparramar mis rizos al anocheser. Y una mosquitera en la puerta de la terraza contra la que mi señor padre se estampó por no llevar las gafas puestas, tambiénAh, y además se me olvidó deciros que el hotel era un todo-incluído, así que también podría saquear el mini-bar (champán, chocolatinas, papas, refrescos, cerveza, agua fresca) cuando me diese la gana, sin cargo adicional.
Esa primera noche estábamos tan destrozados que no fuimos capaces de nada más que comer algo de fruta en el buffet y marcharnos a dormir. Mañana sería otro día.
Día 11A las 6 a.m, no sé si debido al cambio horario o a que ya empezaba a salir el sol allí, estaba yo con los ojos abiertos como platos. Decidí no perder más tiempo en la cama y me levanté. Ducha, bikini y ale, pal buffet a desayunar. Allí estaban mis señores padres también que, imagino, se habían despertado pronto por las mismas razones que yo.El buffet del hotel era tremend: muy variado, con comida de calidad por la mañana, al medio día y para cenar, y además podías encontrar todo tipo de platillos sin tener que ir a los demás restaurantes temáticos del complejo: comida mexicana, asiática, mediterránea, etc.  Debo decir que al final comimos siempre ahí, ya que nos gustó mucho y la gente decía que los temáticos eran una chorrada.
Tras el súper desayuno compuesto por huevos revueltos con tosino, fruta de mil tipos, yogur y tortitas con dulce de leche, me encaminé a por mi toalla al puesto toallero de la piscina y ale, a la playa.Nada más rodear el chiringuito de cócteles la vi y me quedé sin aliento: agua turquesa, arena blanca, tumbonas, cocoteros, música de fondo y un sol brillante y agradable... La playa del hotel estaba protegida por un malecón que contenía las olas, y había dos embarcaderos desde donde podías contemplar cientos de peces de colores nadando entre los bañistas. Sin duda la mejor playa que han pisado mis pieses.He aquí la prueba de lo que me moló y lo mucho que sufrí allí, ejem:
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El resto del día lo pasamos en el hotel, descansando del viaje. En la comida probamos la comida mexicana, yo me quedé con el guacamole pero mis padres, que son unos valientes, se lanzaron a los jalapeños y demás salsas picantes. Aunque se hagan los valientes, les caían los lagrimones cada vez que mordían un chili de esos, pero nunca lo reconocerán xD
Después de comer nos echamos una siesta y me fui a investigar por el complejo, ya que estaba formado por tres hoteles distintos y yo quería ver cómo eran los otros dos. Pero bah, el mío era el mejor :PPorcier, hay que resaltar que el hotel parecía un zoo repleto de bestias salvajes: iguanas, tzereques, mapaches, ciervos, zanates... Pero las reinas sin duda eran las iguanas, que se paseaban por el complejo como Pedro por su casa. Me dieron ganas de meter alguna en la maleta y traérmela pa España, que aquí se venden muy requetebien :P xDDD
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Y al anocheser pillamos el trenecito de colores que nos llevó a la Hasienda Doña Isabel, que era la zona comercial del complejo decorada al estilo más mexicano, donde fuimos de tiendas, sacamos pesos en el cajero y demás. Eso sí, me sentí como los guiris de Torremolinos que pagan el doble por algo simplemente por ser guiris... qué precios había allí, coñe.
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Volvimos al hotel, cenamos y a dormir a las diez, como las niñas buenas.
Día 12Por la mañana desayunamos, pasamos un rato agradable en la playa, almorzamos tempranito y decidimos ir a visitar Playa del Carmen, el pueblo principal y más turístico de la zona.  La mayoría de la gente del hotel reservaba las excursiones con el touroperador, que les llevaba en autobuses a los sitios y les recogía a la vuelta, pero como nosotros somos más chulos que un ocho, no queríamos pagar de más y encima no nos gustaba el estar limitados por los horarios de los autobuses del hotel, decidimos ir por nuestra cuenta tomando el transporte público de Yucatán: los Vans (comúnmente llamados Vansitos). Te vas a la puerta del complejo, esperas en la carretera a que pase uno, lo pillas y te ahorras doscientos pesos. Chanchán. Además vas viajando con aire acondicionado, rodeado de mexicanos majetes que te cuentan cosas y escuchan música chachins con el ipod... vamos, lo más :P
Puerto del Carmen es un pueblo de contrastes: tiene zonas bastante pobres y luego está la Quinta Avenida, la calle principal donde se encuentran los mejores hoteles, tiendas y restaurantes, y donde el turista es el protagonista total de las atenciones de los comerciantes. Desde la Quinta ibas paseando y contemplando el mar turquesa al fondo de las bocacalles perpendiculares, además de sufrir el acoso de los vendedores más plastas que intentaban hacer su agosto contigo. Es algo que me ha llamado la atención: en México te cobran por todo. Casi por respirar. Allí llegaron a decirme "señorita, compre aquí que tenemos mejores precios que el Mercadona". Son curiosos, estos mexicanos.
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Tras hacer mil fotos y algunas compras (y sufrir el calor abrasador del sol caribeño a las cuatro de la tarde) agarramos el vansito de vuelta al hotel, cenamos y me fui a ver el espectáculo de animación nocturna: noche de circo. Bastante buenos, eh. No tanto como mi espectáculo cuando yo era animadora (ejem...nananan) pero bastante entretenido :PAh, por cierto, a estas alturas del viaje ya había yo probado todos los cócteles del hotel, y ya podía decir que tenía mi favorito: el blue hawaian.
Día 13Nos tomamos este día de relax. Mi madre me hizo una sesión fotográfica en plan modelo en la playa al amaneser, y después agarré la toalla y me fui a ligar bronce. Playa, playa y más playa, justo lo que necesitaba mi piel para pasar de ser blanco nuclear a crema tostada :P
Me hice amiga de varios peces, más majos. Yo creo que no se asustaban de mí porque saben que no como pescado xDD
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Por la noche el espectáculo fue... hmmm... menos bueno xD Vamos, que era una especie de cabaret cutre con mujeres sacadas de Cateto a Babor y los ballets de Norma Duval, pero no importa porque estaba yo ya contenta con mis cócteles y mi moreno recién estrenado.


Día 14No lo había dicho, pero el día anterior le había dejado una notita a la limpiadora antes de irme a la playa, diciéndole que me encantaban sus esculturas de toallas en forma de pollo feliz. Debió gustarle mi agradecimiento, porque al volver del desayuno me encontré con dos cisnes enormes y toalliles con flores naturales sobre mi cama. Así da gusto :PAh, y desde entonces me fueron dejando un animalito diferente cada día, jijij...
Este día fuimos a Tulum, el lugar con ruinas mayas justo encima de la playa del que os puse foto hace un mes. Pues bien: sin aliento, me quedé. A pesar de no contratar guía, yo me fui colando entre los grupos de guiris para enterarme de todo, y el lugar está cargado de leyendas e historia. Como por ejemplo la de los sacrificios humanos en el cenote (sin premio) bajo el templo del Viento que se inundaba al subir la marea, o la bonita historia de las tortugas que vienen a desovar a la playa de Tulum. Anda que son tontas, las tías.
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A la salida de las ruinas, un grupo de mexicanos que hacían una mierda de espectáculo colgándose de un palo quisieron sacarnos 10 dólares por hacerles fotos, y mi padre casi les manda al peo finamente. Coñe, si es que allí te quieren cobrar absolutamente por todo, ya da miedo sentarte en un banco, te vayan a pedir  10 pesos. Por no hablar de que los mexicanos están tan acostumbrados a las propinas americanas que ya esperan propinas similares de todo el mundo...
Días 15 y 16Más relax en el hotel. Me hice amiga de una tumbona playera que pasó la mañana y la tarde conmigo, más maja y cómoda ella, que no se quejaba cuando la meneaba de acá para allá siguiendo la dirección del sol.Porcier, si estáis en una playa mexicana y os viene un tipo gritando "parasailingggggggggggg, señor, parasailingggggggggg" ¡¡¡no aceptéis!!! es un invento del demonio en el que te elevan con una especie de paracaídas atado a una lancha motora, y te tienen en el aire durante dos horas paseándote de un lado a otro. Y con el calino que hace allí, debe hacerse eterrrrrrrrrno... pobrecillos guiris, así bajaban todos del parasailing ese, de color rosa.
Volvimos a la Hasienda Doña Isabel a hacer algunas compras, comimos y cenamos como gorrinos en el buffet (he descubierto que el maíz mola más cuando le llamas elote y que me gusta mucho la jicama, que sigo sin saber qué es) cantamos rancheras con los mariachis que te acompañaban en el restaurante, mientras cenabas, me pelée con mis padres porque intentaban liarme con un camarero del que podría ser su madre (y que me miraba con ojos de cordero degollado mexicano) y disfrutamos de la increíble animación nocturna. Lo mejor era cuando el espectáculo acababa, que ponían la sintonía del hotel y todos bailábamos la coreografía. Yo la primera, ya sabéis. Llevo una semana con la cancioncilla en la cabeza, y la canto y bailo a todas horas xDDD
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Ah, a estas alturas del viaje ya había yo metamorfoseado en una mulata hermosísima. De hecho ya me cobraban menos en los vansitos, creyendo que yo era mexicana y no turista xDD
Día 17Este fue el día de los días, la excursión de las excursiones: Xel-Ha, el acuario natural más bonito del mundo. A partir de ahora los parques acuáticos me darán risa...
Manglares por los que cruzas ríos subido en un flotador gigante, deltas repletos de peces en los que hacer esnórquel, tirolinas entre arboledas, delfines, manatíes, rinconcitos con tumbonas con vistas al mar... En serio, creo que es el sitio más bonito en el que he estado nunca.  Os dejo el link por si queréis echarle un vistazo.
Mi madre estaba tan impresionada con el sitio que casi ni habló durante todo el día xD Mi padre se nos perdió en un momento de la tarde, diciendo que quería ver peces grandes y que se iba a buscarlos con sus gafas y sus aletas... Y yo...bueno, yo no sabría decir qué me gustó más. Si esa sensación de paz mientras caminábamos por el Camino del Aire, un camino de madera por las copas de los árboles desde el que se contemplaba la selva y el río; los cenotes; el viaje en flotador descendiendo desde el inicio del manglar hasta el mar; el rinconcito secreto de hamacas entre palmeras ideal para la siesta o nadar sobre peces multicolores y manta-rayas ( a las que, por cierto, mi madre confundió por batamantas por su manía de leer los carteles deprisa y corriendo).
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Os lo aseguro, fue increíble. (No dejo de repetir "increíble" e "impresionante", lo sé) Sólo por esa visita todo el viaje ha merecido la pena. Ni los blue hawaian me gustaron más :P
Día 18Tras una mañana de relax en el hotel descansando del agotador día anterior, hicimos las maletas, comimos nuestros últimos totopos con guacamole en el buffet y ale, al autobús camino del aeropuerto. Se acabó lo que se daba: había que volver a la realidad. A las playas de arena  tierra gris, de aguas contaminadas donde flotan objetos imposibles, de jéssicas que les gritan a sus jonatanses que saquen el jigo del agua.Y tras otras diez horas de avión en las que mi padre volvió loco al pobre azafato con sus batallitas de abuelo marino cebolleta, Málaga nos hizo volver a pasar fresco y a ponernos la rebequita. Que hasta el 40 de mayo, si no estás en México, no te quites el sayo.
Eso sí, ya me he bajado la sintonía de animación del hotel, Mwahahahaha...

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