Magazine

Mi hambre de traductor

Publicado el 26 noviembre 2012 por Ismaelpardo @ismael_pardo
Una vez, me dijeron que la traducción era un mundo tan maravilloso que se podría ir nadando, prácticamente. Cuando empecé a sumergirme en este mundo, no solo buceé por las aguas de los idiomas, de los viajes y de las palabras, sino que también hice unos cuantos largos por los lagos de la información y la documentación. Entonces, tenía manguitos y viajaba con millones de botellas de oxígeno. En realidad, aunque no me diera cuenta, lo que necesitaba no era eso (además, pesaba un montón), sino una buena caña de pescar y un arpón. Es cuando me di cuenta de que necesitaba nutrirme de todo el alimento que hubiera en esas aguas: tenía hambre.
Creo que todo traductor que se precie ha nadado por esas aguas y también ha sentido esa hambre, esas ganas de más, esas ganas de nadar más allá de los que nos pedían. Y, evidentemente, yo también he tenido (y tengo) ganas de «comer entre horas».
Es algo que no puedo evitar. Desde que era pequeño me ha interesado buscar información y aprender por mi propia cuenta, ya que siempre he sido muy curioso. Recuerdo cuando descubrí que mis padres tenían en un mueble en el salón una enciclopedia con ocho o nueve tomos, y que los cogía, me los llevaba a mi cuarto y leía unos cuantos apartados antes de irme a dormir. Simplemente por curiosidad.
La curiosidad, como buena cualidad del traductor, me ha perseguido hasta el día presente. Cuando estoy documentándome para una traducción, tengo que contenerme esa sensación de hambre que me invade cuando estoy ante tanta información y centrarme en la que tengo que buscar de verdad.
Bajo mi punto de vista, creo que la curiosidad que tenemos los traductores es por las mil caras que podemos tener: informador, comunicador, escritor, re-escritor, editor, corrector… Tantas caras necesitan nutrirse y, evidentemente, eso solo se consigue con alimento con fundamento. Con un buen libro, con una ponencia o con una buena fuente de documentación. Lo que necesitemos en el momento.
No estoy hablando, sin embargo, de la documentación en sí, sino de esa necesidad que tenemos a veces de saber un poco más, de ir más allá. Estoy hablando de la curiosidad que nos da un tema que acabamos de conocer o que conocíamos, pero teníamos olvidado, y poder profundizar en ello. De esa hambre que tenemos de conocer, de saber y de informarnos.
¿Alguna vez habéis querido informaros de algo tanto que habéis corrido de página en página para conocer más? ¿Alguna vez os habéis sentido con ganas de parar de trabajar, pero no de informaros? ¿Alguna vez habéis tenido unas ganas enormes de coger un libro, sea cual sea, y poneros a leer? Entonces vosotros también habéis tenido hambre.
A fin de cuentas, queramos o no, somos devoradores de información, de letras, de pensamientos y de sentimientos. De historias, de ideologías, de tendencias y de reglas. Somos devoradores de recursos, Esto viene con la profesión. Eso sí, hay que mantener la línea: deja lo que, en realidad, no te haga falta.

También podría interesarte :

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Quizás te interesen los siguientes artículos :