Este artículo debió publicarse ayer, pero por un despiste lo dejé como borrador en vez de publicarlo. Eso me pasa por hacer las cosas con prisas. Bueno, al turrón.
Para muchos de los que han tenido trato conmigo a lo largo de los últimos dos años, les choca el hecho de que tenga lo que muchos no dudarían en considerar como éxitos en la noche y sus veladas circunstancias particulares; y que sin embargo me dé tanto asco la situación en sí. No demasiados pueden decir que me hayan escuchado “hablar bien” de lo de ligar por la noche.
El escrito que me dispongo a presentaros… Explica bastante bien por qué.
Podemos entender el mundo de la noche como una evasión donde prima la euforia colectiva y la toxicomanía exagerada y recurrente (en forma de alcohol y/o drogas). Sí, es evidente que no todo el mundo consume una o ambas. Es evidente que hay quien no comparte la euforia colectiva. Y también es evidente que hay quien no se intoxica ni por los estupefacientes -apelativo que los designa como hacedores de estupidez/estúpidos- ni por la sobrecargada emoción de los “buscadores de liberaciones”.
No hace demasiado que he ofrecido un escrito bajo el nombre “Anécdotas: la fauna discotequera”. Aparte de lo que ya reflejo allí… Hay otros factores que considero importante mencionar para explicar este asco, pena y rechazo hacia la noche:
- Hay una forma de actuar que las mujeres auténticas conservan pero la mayor parte de ellas pierden en el mundo nocturno: implicarse en el juego… Lo que para mí equivale a la pérdida de la esencia del mismo… Entre otras cosas.
Estamos con un punto conflictivo. Muchos y muchas me dirían que las mujeres sí se implican en éste y en otros aspectos… Y yo se lo discuto alegremente.
Esa forma de actuar se vé mas segun la propia actuacion y según el tipo de mujer que tengas delante; normalmente, la tipica payasita (y entiéndase por “payasita” una aproximación a “persona inmadura” o a “persona intoxicada”) que uno se encuentra en los bares no suele caer en algo así sino más bien en lo siguiente que detallo.
- Pocas le dan auténtica emoción al asunto, se limitan a escoger entre el que “mejor les parece” de entre los que se le acercan, o de los que tiene opción a acercarse o hacer acercarse de alguna forma. Al más puro estilo superficial.
Sumemos esto al hecho de que pierden lo mejor de sí mismas (y muchos chicos al seguirles el juego también) en el proceso, limitándose a convertir el juego en la casquería del barrio. Un oportuno despojo de la humanidad latente en todos para agradar a una persona incompleta, literal y crudamente hablando.
Todo esto se convierte en un pinto pinto gorgorito, pero eh… No me estoy quejando por falta de resultados ni buenos haceres en este mundo, que los he tenido -y de mayor trascendencia y peso que algunos que proclaman estar con divas del porno-; me quejo más bien del hecho de que hasta los mejores casos terminan empañados.
- Sí es posible conocer mujeres de noche y “cosechar éxitos” con ellas, pero es más usual encontrarse con que están preocupadas de obtener su liberación personal o más interesadas en compartir su tiempo con su gente que en emplearlo para conocer nuevas personas o abrir frentes.
Esto que digo, no lo hace excluyente entre sí. Implica que predomina una preferencia, no la impone como la única opción real ni mucho menos. Puede encontrarse de todo en el ámbito nocturno, al amparo del manto de las sombras.
De todo te puedes encontrar. Personas violentas, personas depresivas, personas alcoholizadas, personas drogadas, personas normales, personas raras… De todo, y para todos los tipos de gustos.
Ahora bien, muchas veces he criticado el hecho de que “encontrar” no es lo mismo que “hacer durar”, y enfocarse en ciertos aspectos de la noche (como pueden ser la cantidad de chicas y los lugares donde te aventuras a conocerlas)… Pues aleja bastante la posibilidad de hacer algo durable, sin llegar a negarla no obstante.
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En resumidas cuentas, no seré el primero ni el último que vea esto como el mercado de la carne al por mayor. Entras al matadero, y sales del mismo (indistintamente sólo o acompañado) en cuartos como la luna. Te cuento por qué:
- Personas que ni siquiera habrás mirado te han medido y observado sin mediar palabra entre vosotros, y te han juzgado. No obstante, ésto no es Gran Hermano así que no empieces a alucinar pensando en chorradas tipo “preselección” o “social proof”, porque te morderé un ojo y lo escupiré al suelo.
- A través de tu manera de interactuar con tu propia gente, otras personas habrán sacado sus propias conclusiones acerca del tipo de persona que eres. Y si por un casual acabas tratando con esas personas, las reacciones pueden ser muy dispares (y puedo atestiguarlo). Desde una sanísima y fructífera nueva amistad, hasta un desengaño -sin contacto alguno- en menos de una semana.
- Puedes haber gastado todas tus energías y recursos en lograr toda suerte de reacciones y resultados… Pero estarás totalmente ciego si no has visto que, todo cuanto hayas podido obtener, te ha sido voluntariamente cedido y tú no has tenido apenas que ver en esa cesión. Aparte del hecho de “no cagarla”, tan relativo y redundante a veces (aquí resumido a no ser un payaso más).
Y aún con la mejor de las suertes de tu parte en todos los sentidos, puedes tener una de mis situaciones favoritas, la que suelo describir bajo la frase “mucho ha de cambiar el cuento para no terminar la noche en paja”. Vivir para ver, my friends. Dicho queda.
Aquél que tenga oídos, que escuche.
Kheldar