Revista Diario

Mi lactancia es mía

Publicado el 18 noviembre 2012 por Colo Villén @Coliflorchita
Mi lactancia es mía. Mía y de mi hija.
Mi lactancia, independientemente del tiempo que lleve transcurriendo, es una elección personal sujeta a multitud de razones que no tengo porqué justificar. Principalmente continúa por placer e instinto.
Mi lactancia es algo íntimo en cuanto al vínculo que continúa suponiendo para nosotras. Es hermosa y reconfortante. Es altruista, amorosa, viva y libre. Sí, libre, muy libre.
Mi lactancia atañe a mi cuerpo, a mis hormonas, mi modo de vida, mis pechos y mente de mujer, de madre. Atañe a mi hija, a su cuerpo, su desarrollo, su apego y su elección. Nadie duda que ella continúa marcando el ritmo. Mi lactancia atañe a todo esto y mucho más pero, bajo ningún concepto, incumbe a personas ajenas.
Desearía que este punto quedase claro ya a estas alturas. Por favor, es muy fácil:
  • Respeto: a quién actúa de manera diferente a una misma. No cuestiono la elección de cada mujer, sobre todo cuando esta deviene tras una información adecuada y fiable. Puedo comprender que nuestras circunstancias, opciones y prioridades sean distintas. Que, en este aspecto, somos diferentes.
  • Información: cualquier conversación resulta más enriquecedora si ambas personas saben de lo que hablan. Si todo lo que conoces acerca de lactancia materna, a grandes rasgos, pasa a ser: que la leche se va o que hay mujeres que no tienen leche porque sí, que la lactancia materna crea dependencia, que hay que introducir las papillas a los 4 meses porque la leche ya no alimenta, que la lactancia artificial es igual o mejor a la lactancia materna y/o que hay que contar los minutos que se toma en cada pecho, espaciar las tomas o inducir al destete simplemente por la edad. Entonces, tienes un gran camino por recorrer antes de poder mantener una charla constructiva con una mujer que amamanta. Lo mejor es que si no te interesa leer o escuchar información veraz sobre el tema, no digas nada. Escucha sin más, sonríe si lo deseas, es oportuno e infinitamente más gratificante.
  • Empatía: independientemente de tu concepción de este mundo o moral, existe la empatía, la capacidad para ponerse en la piel del otro y tratar de mirar a través de sus ojos. Funciona absolutamente en todos los aspectos de la vida. Sólo hay que desarrollarla poniéndola en práctica.
  • Discreción: cuando una mujer habla acerca de su lactancia, especialmente cuando comparte alguna cuestión al respecto con cierta preocupación, no está dispuesta a escuchar críticas sin fundamento ni consejos sin base ni información contrastada. Cuando digo que no estoy dispuesta a escuchar más tonterías no lo hago con intransigencia sino por saturación, porque el tema de la lactancia (y otros muchos) da manga ancha para que rápidamente algunas personas se tomen la libertad de señalar con el dedo, de tacharte de loca, de desmedida, incluso de apuntar que la propia lactancia es la causante de lo que estás viviendo. Cuando una mujer ve su lactancia peligrar y lo comenta, necesita que la escuchen. Así de simple. Probablemente ya esté informada o informándose gracias a profesionales competentes en materia. No te dejes llevar por la corriente, no peques de ingenua/o a menos que sepas bien de lo que hablas. Recuerda que lo normal no es necesariamente lo habitual. Recuerda que la amistad va mucho más allá. Comprende los límites, acepta mi elección, respétame, ámame. No es asunto mío con quién duermes, quién entra o sale de tu cuerpo, cómo lo tratas. Si cultivas tu físico, si cultivas tu mente. Cómo y cuánto te cuidas. Si te entregases para ello al deporte, la dieta o el quirófano. Cómo te relacionas, cómo es tu sexualidad, si te atraen los hombres, las mujeres o ambos, si detestas la monogamia, cómo te masturbas. Desearía que todos nos aceptásemos, pero entiendo que no es fácil. Procuraré no juzgarte por ello, procuraré no atacarte por ello. Sin abusos, sin coacción, me parece todo perfecto, celebro la diversidad. 

Mi lactancia es mía.
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