Mi memoria

Ayer leí algo que se quedó en la memoria: un face-amigo agradecía en tres actos (tres frases) la colaboración ajena prestada a un proyecto suyo. Lo expuso así:-Agradecido a quienes pedimos ayuda y nos la dieron. Más agradecido aún a quienes nos la dieron sin pedírselo. De quienes la pedimos y no nos la dieron... no me acuerdo.Esto ocasionó una pequeña catarsis en la que os escribe, porque si bien se está de acuerdo en el fondo, la forma ofrecería algo de duda. Está claro, transparente, que de quienes más nos estamos acordando, indebidamente, es de aquellos que no quisieron echarnos una mano... a pesar de haberlo pedido de forma expresa... Y con esa tercera afirmación nos ratificamos en ello, al negarlo. Toda una paradoja que no hará sino sonreír a quienes no recordamos...¿Hay que demostrar la humana y segura decepción ante los que te ignoran o desprecian? ¿Es mejor, más elegante, más práctico, guardarse el desaire para uno solo? ¿Qué es lo aconsejable...? ¿Esperan, quizás, quienes te sortean y ningunean en un momento vital para ti, que mañana (futuro) tú les tiendas la mano o abras tu puerta...? Aquí lo dejo. Como dice el escritor Robert L. Stevenson: mi memoria es magnífica para olvidar... y ha de ser así porque no quiero -de ninguna manera- que sea la enemiga mortal de mi descanso, que aseguraba Miguel de Cervantes.Así sea.