Mi nieto y yo II (el nacimiento del ego)

Publicado el 19 marzo 2012 por Jocoma

El abuelo podría haber empezado hablando de ello, pero másadelante la cosa se habría complicado.
El abuelo podría haberle dicho que todos los animales tienenun instinto que les avisa cuando peligra su integridad. Es la ley de lasupervivencia, de la selección natural. Pero no se lo dijo.
Habría podido seguir diciéndole que en este planetaextraordinario llamado Tierra, se ha dado un fenómeno que, hasta donde elhombre ha podido llegar, es único: La vida tal y como la entendemos. 
Perohubiera resultado complicado para el niño.
Podría haber continuado diciéndole que para que la vidaprosperara se tuvo que ir sometiendo a las normas que el planeta le imponía.Entre el nacer y el morir estaba el vivir y quien mejor vivía, quien de formamás óptima se adaptaba a las normas impuestas por la naturaleza de la Tierra,más y mejor se podría reproducir y alargar el espacio de dicha vida. Elplaneta, con sus condiciones, iba seleccionando qué individuo debía sobreviviry qué especie debía continuar. La propia información que contenía el código delanimal producía mutaciones o cambios más o menos significativos que la mismanaturaleza con sus cambios geológicos se encargaba de seleccionar a los mejoradaptados, desechando al resto.
Los hombres, como el resto de animales que viven en laTierra, somos los descendientes después de miles de millones de años, deaquella primera vida unicelular que surgió en un planeta que nada tiene que vercon lo que es ahora. El planeta y la vida que alberga son muy distintos de cómolo fueron en un principio a través de cambios y cambios que han venidoproduciéndose.

¿Y quién hizo la Tierra? Pues parece que en un principiohabía un único punto en medio de la nada. Sólo estaba él. Ese punto tenía unagran densidad, algo quizás “pequeño” pero con una gran masa que contenía mucho,muchísimo. Algo inimaginable.
Parece, que al revertir sobre sí mismo, ese punto no pudosoportar su propia densidad y explotó. Parece que de allí surgió un elementoque llamamos hidrógeno, pero además también surgieron unas leyes. El hidrógenose expandió y al verse sometido a ellas fue atrayéndose a sí mismo en núcleosdistantes unos de otros. Siguió la atracción, aumentó su densidad y esto hizoque apareciera el helio.
Siguiendo las leyes, estos dos elementos, a través de nuevasimplosiones y explosiones fueron creando nuevos elementos como el hierro yotros materiales pesados. Nacieron estrellas que agrupadas en galaxias,vivieron y murieron, igual que nosotros. Al morir, los elementos que habíancreado en su interior, se expandieron por el Universo. Interactuaron y lamateria con distintas formas fue creando nuevas estrellas que atrajeron a sualrededor materia en otro estado que las orbitaban y que al agruparse se convirtieronen planetas.
Ese polvo de estrellas hizo nuestro Sol y los planetas quelo circundan, de ese polvo de estrellas se hizo la Tierra. Y nosotros surgimosde ella. Somos por tanto, polvo de estrellas.
Antes de que apareciera lo que nosotros denominamos vida, yaexistía pues otra clase de vida distinta a la nuestra que también “nacía,vivía, se reproducía (se transformaba) y moría”.
En la génesis del planeta Tierra se dieron una serie decircunstancias como las materias que se estaba agrupando, su masa y sudistancia al Sol, que permitieron una serie de transformaciones que al finaldieron lugar a un planeta tal y como lo conocemos hoy.
Si consideramos a la Tierra como un ser vivo, un serexcepcional, convendremos en que también tiene que morir, también se tiene quetransformar. Si las galaxias, si las estrellas, si los planetas mueren,nosotros que somos polvo de ellas y estamos contenidos en ellas y sus leyes,también tenemos que morir. El animal fue dotado del instinto de supervivencia yseleccionado por la naturaleza del planeta, pero de entre todas las especies,sólo la humana ha llegado a tener consciencia de sí mismo y de lo que le rodea.Llegado un momento, en el animal humano aparece algo a lo que llamamosidentidad. Cuando un niño nace no es más que una vida dotada de instruccionespara la supervivencia, sólo con el tiempo, la época y la cultura en que hanacido y desde su subjetividad se irá conformando un individuo, un ego. Esteego es algo muy limitado, muy imperfecto. Pero es lo que tenemos y menos malque lo tenemos, otras especies no pueden decir lo mismo. El ego, arraigado ensí mismo y sustentado en un cuerpo físico, no quiere desaparecer. Esinstintivo. Si el soporte en el que se apoya desaparece, el ego morirá. 
No hayningún ego que quiera desaparecer. ¿O sí?

Símbolo de infinito-eternidad

No me refiero a las perturbaciones que pueden llevar a ircontra el instinto básico de la supervivencia como el suicidio. Quieroreferirme a que si un ego llega a comprender que es imperfecto y que estásujeto a toda una serie de condicionantes que le sitúan en el egoísmo, esposible que esto le permita ver más allá de la propia individualidad y no sóloa través de ella. Ningún ego quiere morir, desaparecer. Los egosquerrían vivir cien, doscientos años, la eternidad quizás. Pero para qué. ¿Quéharía un ego eterno? Desaparecerían los seres queridos y se encontraría solo.Más solo que antes y ya lo estaba mucho. Y además, ¿más de lo mismo? ¿Unarepetición contínua de los mismos errores, de los mismos defectos?
Si un ego es consciente de que tiene que morir, de que estásujeto a las leyes naturales, si espera a que la muerte permita lasupervivencia de ese ego en otro estado o en otra dimensión, y por lo que sease da cuenta de que sólo mientras está vivo tiene la posibilidad de ir más alláy trascender al ego, se estará equivocando si deja pasar la oportunidad y notrate de, en vida, ir un paso más adelante y comprender.
Pero todo esto hubiera sido incomprensible para él. CuandoKisai sea algo más mayor quizá le pueda decir: -Tu ego se está conformando, yeso está bien. Es natural que no quieras morir. A mí tampoco me gustaría quemurieras sin vivir lo que tienes que vivir. Sólo espero que no te ofusques enél y lavida te dé la oportunidad de ver aquello que sólo puede ser visto después de haberlotrascendido.Tendrás que observar tu ego. Y fíjate que digo observar y noexaminar, juzgar, condenar o aprobar, ni auto complacer. Tendrás que sorprendera tu ego. Habrá que coger distancia y pillarlo auto justificándose,proyectando, tramando, divagando, construyendo y destruyendo. Simplementehabrá que observarlo.
Sólo entonces, el nacimiento, la vida, la muerte, el todo,tendrán otro sentido y tendrás la oportunidad de ver y desaparecer fundiéndoteen el todo, agradeciendo la gran oportunidad que te ha sido ofrecida y que hastenido la gran suerte de aprovechar.
Esto no es ateísmo, tampoco religión. Esto es humanismo.
El ego de tu abuelo que te quiere mucho.
Juan-Lorenzo                                                                      Ir a mi nieto y yo (En la playa)dalescana@gmail.com                                                        Más artículos sobre Humanismo