Mi novio Gay - Segunda parte

Por Cebrina desde Chile 
Mis dudas se disiparon por breve, mis amigos me convencieron de que solamente eran películas que me estaba pasando y que veía sola. Además, si terminaba con él por razones equivocadas, ya había alguien a la espera de cazarlo de un salto, porque ella era una "felina hambrienta con ansias de clavar sus garras sin importar las consecuencias". Sí, ese comentario me resultó de lo más chistoso y me agradó escucharlo, porque me ayudaba a sentirme mejor, jamás amenazada.

Pasaron los días y por más que tratáramos de juntarnos no resultaba, nuestros horarios no concordaban. Pero nuestros amigos organizaron una cena en su casa, él cocinó... eso de que lo hiciera tan bien no debía darme dudas, muchos hombres héteros cocinan perfecto, mas igual me pasé rollos. Todo rico y agradable en la cena, estábamos todos: Macondo, el Guatón, la Jo, Macarena, Nani (hermana de Fabri), el susodicho y yo.

Su familia tenía mucha empatía por mi, supongo que era porque también ahuyentaba sus temores. Cada vez que los visitaba en casa era muy bien recibida... Un fin de semana no nos vimos y todo estaba muy raro en el ambiente, como el Guatón estudiaba psicología, nos pusimos a conversar sobre este tema solamente los dos, aunque mejor dicho me analizó cada palabra, dedujimos que lo mejor era terminar la relación porque no iba a ningún puerto, lo cierto es que jamás pensé en una relación a largo plazo con él (no te molestes Fabri).Pasaron los días y nos encontramos por sorpresa, más mía que de él, en casa de Macarena. ¿Qué hacía él ahí? ¿Por qué no lo sabía? ¿Mis dudas sobre su sexualidad eran incorrectas y me ponía los cuernos? Nunca lo supe, pero él tenía para mi una pseudo carta de amor y digo pseudo porque era la letra de una canción de Daniela Castillo, quedé helada porque me encantaba esa canción y me la estaba dedicando, además me regaló una foto suya vestido de escolar, así que el regalo era de lo más AWWWWW. Tierno todo el rato, nuevamente mi inseguridad se fue lejos, pero no por mucho tiempo.

Y aunque de esta parte no recuerdo mucho, porque los nervios me mataban, sé que un día sábado a una semana de cumplir tres meses caminé junto a la Jo y al Guatón en dirección a la casa de Fabri, ellos me esperaron a la vuelta de la esquina mientras en la puerta de su casa hablamos:

_Debo terminar contigo.Le dije.

_¿Por qué? ¿Hice algo malo? 

Respondió algo dolido, supongo que era porque estaba en una reunión familiar y yo no lo sabía, mal momento para ir. Lo sé.

_No eres tú, soy yo. Me lo he pensado mucho y me haré monja... 

No se podía dudar, sobre todo porque gran parte de mi semana, cuando no estaba en ballet, estaba en la parroquia.

_¿Te harás Carmelita descalza? Sólo así te podría perdonar.

Me respondió bastante aliviado, a esa edad uno espera drama, pero ceroooo.

_Claro, quizás catequista franciscana, aún no lo decido.

Me abrazó y nuestra conversación terminó ahíSi ustedes creen que esta historia termina aquí, están muy equivocados. La siguiente entrada dejará al descubierto la verdad de ambos.