Hoy hace siete meses que falleció mi padre. Es curioso, creía que el tiempo traería una pizca de consuelo en el olvido. Pero le sigo echando muchísimo de menos, y todos los días algo me trae su recuerdo.Al poco de morir, nos llegó, entre otros, este reconocimiento del ayuntamiento gaditano de Medina Sidonia:
PESAME DESDE EL AYUNTAMIENTO DE MEDINA SIDONIA
Desde el Ayuntamiento de Medina Sidonia, en nombre de su Alcalde, M. Fernando Macías, en el mío propio como Tte. de Alcalde Delegado en Los Badalejos y Malcocinado, y, por supuesto, en nombre de sus vecinos que tan grato recuerdo guardan del Padre Carrillo, queremos hacer llegar a su familia nuestro más sincero pésame por su reciente perdida.
El conocimiento de su lucha para con los vecinos de Los Badalejos durante unos años de extrema carestía y ausencia de medios, sin duda es un aliciente para continuar el trabajo en una época tan difícil como la que vivimos en este momento, salvando las diferencias.
En reconocimiento y agradecimiento a su trabajo, Los Badalejos sigue recordando a Antonio Carrillo manteniendo una calle con su nombre en Los Badalejos. Por supuesto sigue vivo en el recuerdo de sus vecinos. Reciban un saludo afectuoso.
ANTONIO DE LA FLOR GRIMALDI Tte. De Alcalde-Delegado de Medio Ambiente y Servicios Municipales. Tte. De Alcalde-Delegado en San Jose de Malcocinado y Los Badalejos.
AYUNTAMIENTO DE MEDINA SIDONIA
Y, poco después, Miguel Roa, profesor del Instituto Público San Juan de Dios de Medina Sidonia, me comunicó que tenían previsto glosar la figura de mi padre en el libro “El Barrio”, que editan todos los años. Me encomendaron escribir sobre el paso de mi padre por una pedanía de Medina Sidonia, Los Badalejos. Lo que sigue es el texto que salió publicado:
“Estamos en 1958, y el Rector del seminario de Cádiz propone al obispo que Antonio Carrillo Robles prosiga sus estudios en Roma. Con apenas 22 años su alumno más brillante no puede ser ordenado sacerdote; es demasiado joven. Durante tres años estudia teología en la Universidad Gregoriana y, posteriormente, Sagradas Escrituras en el Pontificio Instituto Bíblico, un privilegio al alcance de unos pocos cientos de personas en el mundo. En 1961 le ordenan que regrese a España, y le nombran superior del seminario menor de Cádiz. Tiene apenas 25 añosLa iglesia católica estaba inmersa en un proceso de cambio propiciado por el Papa Juan XXIII. El sacerdote que vuelve de Roma se ha embebido en un espíritu conciliar, más abierto y cercano. Es algo que se manifiesta muy pronto: el padre Carrillo se niega a dar en latín clases de teología a niños que desconocen tal idioma. Relaja un tanto el ambiente en el seminario, procura mejorar la comida (siempre le gustó comer) e introduce el estudio y disfrute de la música clásica (su gran pasión), lo cual se percibe como un soplo de aire fresco. Un compañero sacerdote escribe en su diario: "los niños de primer curso estaban encantados con él".El obispo está molesto. El padre Carrillo no siempre guarda las formas en su manera de dar las lecciones, de distraer a sus alumnos; e incluso se rumorea que le han visto caminar en verano por las plazas de Cádiz sin llevar el preceptivo sombrero de teja. Carrillo se ha enfrentado abiertamente con el rector del seminario, delante de alumnos y profesores, y visita periódicamente a un sacerdote preso por razones políticas en la cárcel del Puerto de Santa María. El escándalo es mayúsculo: ¡se ha escuchado en el seminario música de zarzuela; nada menos que "La leyenda del beso"! ¡Imperdonable!El castigo es ejemplar: Carrillo recibe la orden de trasladarse como párroco de dos humildes pedanías cercanas a Medina Sidonia, San José de Malcocinado y Los Badalejos. Un sacerdote y profesor amigo escribe en su diario: "noviembre de 1963; Hace unos días, dos en concreto, el martes, trasladaron al P.ACR. a los Badalejos. Dicho así, parece una cosa normal, pero no lo comprendo. (...) ¿Es realmente la voluntad de Dios que a una persona tan preparada como P.ACR se le envié allí y el Seminario pierda un profesor y superior que anima, estimula y da ejemplo de entrega?"La intención del obispo es clara: quebrar la voluntad de Carrillo sometiéndolo a un entorno extremadamente difícil. En 1926, el Estado había comprado los terrenos de San José de Malcocinado con la intención de instalar una Yeguada Militar, pero el experimento no prosperó. Sin embargo, dado que se había encontrado agua y construido unos pabellones, el Instituto Nacional de Colonización arrienda los terrenos a unos cientos de personas. Otras muchas se instalan en chabolas situadas en una Cañada Real: los Badalejos. Todas ellas malviven en una tierra que no les pertenece.
El sacerdote que sucedió al padre Carrillo habla del lugar en estos términos: "Si he dicho yeguada, ya podemos suponer qué clase de viviendas componían San José de Malcocinado: las antiguas cuadras de los caballos. Pero peores eran las de Los Badalejos. Me parecían como las que veía como «viviendas primitivas» en la Historia del Arte de Pijoan"
Hoy, 26 de septiembre, hace siete meses que quedé huérfano de un hombre excepcional. Del que estoy inmensamente orgulloso.
Antonio Carrillo Tundidor