Revista Diario

Mi paraíso escogido.

Publicado el 29 julio 2011 por Eternalolita
"Yo me empecinaba en mi paraíso escogido: Un paraíso cuyos cielos tenían el color de las llamas infernales, pero con todo, un paraíso"      (Vladimir Nabokow, Lolita)
 Ricardo. No es un mal hombre, le caería bien. Le gusta el cine y la fotografía y es un tipo solitario, aunque odia sentirse solo, igual que él. Sus montañas de libros siempre me recuerdan a él. Me transportan como por arte de magia a esa habitación llena de polvo y estanterías hasta el techo que usa como despacho. Si cierro los ojos me parece poder verle, en esa vieja silla de mimbre en la que siempre se sentaba, incluso puedo escuchar ese ruido característico que hacía cuando se movía y que me hacía sentir bien. Parecía que mientras él estuviera ahí, trabajando, en esa mesa cutre repleta de papeles y restos de cigarrillos y hachís, nada malo podría suceder...  Sus camas son tan diferentes  como lo son sus formas de amar. Sabanas limpias de color azul cielo. Sabanas viejas, descoloridas, con manchas de sangre y semen. Ricardo es delicado cuando me hace el amor, incluso cuando intenta ser salvaje es tierno. Me acaricia como si estuviera hecha de un material frágil, como si pudiera disolverme entre sus dedos… En los últimos años él solo me acarició así una vez, pero estaba encocado, así que supongo que ni siquiera cuenta. No quiero decir que fuera un mal amante, no lo era, al menos no al principio. A veces, entre las sabanas de Ricardo, echo de menos sus embestidas, sus jadeos, sus obcenidades en mi oído… Cuando me masturbo suele rondar mi cabeza, no lo niego.   A veces pienso que me he convertido en su creación. En su alter ego. Descubro en mí sus gestos, su indiferencia hacia los demás, su ironía hiriente…  Si él no hubiera aparecido en mi vida, moldeandome cual trozo de plastilina, Ricardo nunca hubiera llegado a amarme. Amarme a mí, significa amarle a él. Una parte ínfima de él, que ya no necesita y de la que se pudo desprender sin reparos, pero una parte de él al fin y al cabo.  Se que Ricardo no es feliz conmigo. Él tampoco lo fue . Ricardo, porque aún puede verle en el verde aguamarina de mis ojos, él, porque nunca tuvo suficiente con ellos.

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