Mi parto instrumentalizado

Publicado el 28 diciembre 2013 por Esthercollado
Esta es MI experiencia. Con esto quiero decir que fue mi parto, no todos los partos tienen que ser así ni todas tenéis que compartir lo que para MI significa un parto respetado, digno y natural.
Hoy os voy a contar mi primera y única experiencia con un parto instrumentalizado. Esta experiencia me marcó de por vida y ha servido para que, en mis futuros embarazos optara por un parto natural.
Gonzalo tenía que nacer el 17 de abril de 2008, pero no quería salir. En la semana 38 había empezado con monitores y no tenía ni una contracción. A parte desde la 38 me habían hecho tactos cada semana (en total me hicieron tres tactos), tactos, a mi parecer, totalmente innecesarios.
Por aquella época yo ya tenía mi opinión formada acerca de la lactancia y también sobre el parto. Quería - o eso creía- un parto respetado pero con epidural. No quería episiotomía pero creía - luego con el tiempo descubrí que no- que ese hacía en casos necesarios.
Mi primer error fue no hacer un plan de parto. Creo que si lo hubiera hecho hubiera quedado reflejado mis deseos como parturienta y no me hubiera dejado llevar por las emociones ni me hubiera sentido coaccionada por las matronas o el propio ginecólogo.
Como he dicho, Gonzalo tenía que nacer el día 17 de abril pero, después de esos supertactos inaguantables, aun no había dado señales de parto. Me iban a inducir el parto (conmigo totalmente en contra, ya os contaré el por qué creo que no se debe inducir un parto), a chutarme oxitocina y, depende como evolucionara la cosa, acabaría en cesárea.
Por suerte el momento inducción no llegó a darse porque el 22 de abril (el día del cumpleaños de mi marido, estaba de 40 semanas y seis días) me puse de parto. Sobre las diez de la mañana rompí aguas, me duché y se lo dije a mi marido. Ingresé en el hospital a las 12 y media del medio día y, a partir de ahí, empezó el caos.
Me sentí como una máquina, enchufada a todo, monitores, vías que no necesitaba,... No me dejaban moverme de la cama cuando yo sentía la necesidad de levantarme, andar, moverme... seguir los instintos que me pedía mi cuerpo. Pasadas las cinco horas llegó el medico, me hizo otro tacto y me dijo que seguía muy, sólo había dilatado 4cm y aun quedaban otros seis. Me propuso que para "ahorrarme el trago" en una hora volvería y si no había dilatado hasta los 6, me haría una cesárea. El señor Dr. debía tener prisa porque cada mujer tiene su ritmo y debió pensar que era de las lentas. Tendría cena con la familia o se iría de juerga y quería acabar la faena cuanto antes.
Yo me negué en rotundo aunque cuando volvió a pasar el ginecólogo ya había dilatado hasta los 6 (pasó aproximadamente dos o tres horas después). A todo esto decir que, mientras, me habían puesto la epidural porque yo creía no soportar los dolores.
Finalmente, cuando ya estuve casi dilatada por completo, me pasaron a paritorio. Primeramente no me dejaron caminar hasta paritorios, me llevaron tumbada en una camilla. El trayecto no era muy largo así que pedí ir andando... ni caso.
Una vez en paritorio me entraron ganas terribles de empujar. Así que avisé a la matrona que me dijo que empujara cuando ella me lo dijera. Poniendo una mano en mi vientre empezó a contar las contracciones que tenía y a decirme cuando tenía que empujar y cuando no. ¿De verdad me lo tienes que decir? ¿A caso no estoy pariendo yo? ¿No lo sabré yo mejor que nadie?. ¿Qué puedo decir de la epidural? Me hizo efecto, no me notaba las piernas. Empujar me costó horrores. Sentía que mi cuerpo no era mío, notaba cada contracción sin dolor, sentía que empujaba pero sin resultado. Cuando ya estaba coronando me hicieron la episiotomía. Yo en ese momento no me enteré, estaba puesta en lo mío y no me dí cuenta pero a la hora de los puntos... y tanto que lo notas. Por suerte no hubo que utilizar forceps ni ventosas, que si no ya hubiera sido el colmo de los colmos.
Gonzalo nació bien sano el 23 de abril de 2008, a las 00:32, pesando 3.460kg y midiendo 53cm.
La recuperación post parto fue horrible, cuidarme los puntos de la epi fue de las peores sensaciones que he sentido, escozores al orinar y después, no poder sentarme bien hasta pasados los tres meses, secarme los puntos con el secador... todo un show. Por suerte me queda el consuelo que lo que vino después del parto es una de las mejores cosas que me ha pasado en mi vida, el peque se agarró muy bien al pecho y la experiencia fue tremenda.

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