Mi pastel favorito era el de limón. Mi mamá pensaba que no se vendía demasiado porque era color verde, en la mitología egipcia el verde era relacionado con la vida y con la muerte, como la piel de Osiris, vegetación, vitalidad y ciclo. La gente de Cocoyoc no pensaba lo mismo, cuando te encuentras un pan verde en general se relaciona con el moho que le sale al pan bimbo Me parecía bonito poder comerme un pastel del color de la menta.Adrian repitió la hazaña con sus increibles pastelitos de té verde. Las cosas con este sabor me parecen maravillosas porque embargan cierta sutil y extraña escencia a la vez penetrante. Cuando vi que eran verdes (como naturalmente tendría que ser un pastelito de té verde) pensé en mi mamá y la piel de Osiris.
No se vendió tanto, talvez por el sabor exótico, talvez porque la gente aqui no relaciona el verde con la vida y con la selva sino mas bien con el pan bimbo.
El fin de semana le dimos otra oportunidad al postre tailandés de tapioca. Se trata de un postre con perlitas como de gelatina nadando en leche de coco (para postre), azúcar y opcionalmente fruta. La segunda vez nos salieron bien las perlas, sin batirse, con un poco de pasiencia porque las cosas gelatinosas son frágiles al fuego por una u otra cosa. Después de pasar por breve refrigeración probamos extasiados el postre más similar a lo que alguna vez habíamos pedido en el restaurante tailandés favorito. Emocionados por el nuevo hallazgo, invitamos a la amiga de L'eixample, y decidimos recibirla con un platito de nuestro exótico postre. Lo prueba y dice que es asqueroso, como ojitos de pescado. mmhh... placeres incomprendidos.