Estoy yo pensando ahora, mientras escribo con mi procesador de textos, cómo hacía yo mis trabajos del cole. Si eres de mi quinta, seguro que tú también te acuerdas.
Yo digo que fue mi primer procesador de textos. No se llamaba Word, ni si quiera Word Perfect, ni WordStart (este es para nota), su nombre era “Lettera 35”. Joder, que recuerdos me trae.
Era de un color crema. Con sus teclas blancas. Su teclita roja… Ummmmm.
Ponerse a escribir era toda una fiesta. La sacabas de su caja negra, que pesaba un huevo, la ponías sobre la mesa. Sonaba a muelles, por todos los que llevaba dentro. Desplegabas la palanca aquella con la que desplazabas el carro… Pero antes lo desbloqueabas…
Cogías el fólio blanco, ponías los márgenes. Carro para la derecha. Pones el margen. Presionabas la pieza metálica del carro y se iba cagando hostias a la derecha… Clinc… Jodeeeeer, casi te pasabas… Ponías el margen….
Te la mirabas. El papel colgando por detrás. Todavía blanco. Veías tu cajita naranja de tippex pegada arriba a la derecha, con los papelitos, los del principio ya con alguna letra marcada… ¿No te estás poniendo romántico?
Ahí empezaba el baile de teclas… Ibas escribiendo… Las secretarias, con un solo dedo… Qué grande. Las veías, rápidas ellas, con los dedos índices de sus manos, con aquellas uñas súper cuidadas. Era casi incomprensible. A veces se equivocaban, usaban el tippex, pero ellas el líquido, con el botecito….
Ibas escribiendo, mirando o sin mirar, eso ya dependía de si tu padre se había gastado la pasta o no en llevarte a los geniales cursos de mecanografía en los que las muy jodías no tenían las letras pintadas. Tenías un póster en la pared, que si te tocaba lejos y eras miope como yo, no veías un pijo, e ibas inventando… Recuerdo al profe… “Las manos al vuelo, al vuelo”, y yo, joder, pensaba, qué quiere este tío??? Que haga una palomita??? Que las levante??? Que manía con hacer que las manos vuelen??? Me veías haciendo el pájarito allí, batiendo mis brazos cual alas de paloma… Diossss, qué ridídulo.
A lo que iba. Escribías, cuando ibas llegando al margen derecho, una amable campanita te avisaba de que se te acababa el papel. Llegaba el gran momento de la decisión… ¿Qué hago? ¿Un guión? ¿Me arriesgo y sigo? Lo malo es que la muy jodía, si llegabas al final y eras muy rápido como yo (sí, mi padre me pagó el curso y además, yo iba) metías cuatro o cinco letras… Tenías que poner el papelito, era pobre y no tenía líquido, e ir pulsando las letras que recordabas, hasta dejar un pegote allí blanco, que se notaba tela.
El retroceso… Uuuuuuuy… Eso si que daba juego. Que te equivocabas. Retroceso, tippex, letra, retroceso, la buena… Juas…. Y para la negrita… Oye, que yo ya hacía negrita con mi máquina de escribir. La pulsaba a medias, la de retroceso, y eso hacía que cuando pulsabas la letra que correspondía, el carro no avanzaba, así, pulsabas dos o tres veces y ya tenías la negrita…
Oye, y ¿te acuerdas de los colores? Entonces no había tanta mariconada. Negro y Rojo. Punto. Y además, rojo puta, perdón. Y cuando se acababa, venga, a comprar otro rollo… Era súper molón…
Para ir acabando, recordar el momento de empezar una nueva línea. Te quedaba a la derecha. Una palanquita. Tenía una ruedecita donde seleccionabas el interlineado, es decir, el número de líneas en blanco a dejar entre las escritas… Pues eso, ponías tu mano en la palanquita, así, en vertical, la movías hacia la izquierda… Jo… Le dabas con una mala leche cuando ibas con prisas… Jodeeeeer… Que manera de hacer escándalo…
Bueno, otro día, hablaremos de las máquinas de escribir eléctricas… Ese si que fue el primer procesador de textos… Pero hoy, ya no me apetece…
Disfruta del vídeo de Jerry Lewis, a mí, siempre me ha gustado…
Que lo escribas bien,
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Mi primer procesador de textos
Publicado el 21 abril 2010 por AmospalondonTambién podría interesarte :