
Los probadores del Corte Inglés, el coche en una sesión de cine de verano, la ducha, la cama en la que, accidentalmente, le toca dormir a una pareja hasta el momento no “estrenada... Los tópicos abundan, tanto o más como tiene el tema. Sin lugar a dudas existen experiencias poco creíbles, y, en algunas ocasiones, experiencias no demasiado “narrables”, o cuanto menos, reprobables. El amigo que se mete en la ducha con el compañero de fútbol de su hermano, la hermana que da su “primera vez” a su hermano, enfermo terminal de leucemia... existen muchas situaciones, espero que recreadas, que distan mucho de “lo normal”, si es que esto, en algún tiempo, ha existido.
La catarsis colectiva, al más puro estilo griego, se basa en que todo el mundo sale de la función con una experiencia asimilable a su curriculum. Una vez más, el denigrado arte de la comedia sirve para sacar verdades de la más común, y estandarizada, existencia humana. Cierto es que parece, en alguna ocasión, que los casos parecen sacados de un grupo de obsesos, al más puro estilo “grassiano”, en “El Rodaballo” (con las diosas de tres pechos), pero también es muy cierto que, desde un punto de vista “neutro”, la función consigue su objetivo: hacernos pasar una bonita velada teatral (por más que se enseñe algún culo, quedándonos los hombres sin “incentivo”, ¿prueba del cambio en los nuevos tiempos?).