Revista Talentos
Mi psicólogo el blog...
Publicado el 03 febrero 2015 por Etiperez
Se que no soy muy capaz de expresar lo que quiero decir pero hace tiempo que descubrí que escribir un blog es el mejor psicólogo que existe, no creo que haya terapia más efectiva que plasmar en papel (aunque sea virtual) lo que sientes, piensas o crees en el momento en que lo haces porque eso de de clamar a los cuatro vientos lo que te reconcome por dentro ayuda a expulsar a los malos demonios.En un principio (al menos yo) no lo haces para compartirlo con nadie y mucho menos esperando que nadie se detenga a leer "los pensamientos de una aburrida cuarentona en apuros" hasta que un buen día te encuentras un mensaje en la bandeja de entrada de la cuenta de correo que has abierto bajo un seudónimo y te asustas, ¿te habrán descubierto? lo abres con cautela y te sorprendes al encontrar unas líneas de alguien que !Oh dios mío, entiende lo que dices¡ y de golpe la soledad comienza a pesar menos. Avanzan los días y con ellos los post, te abres más y vas descubriendo que en este mundo hay más gente de la que podrías imaginar que está pasando o ha pasado por lo que ahora te toca vivir a ti y te sirve de liebre en esta carrera de obstáculos, te marca el ritmo para poder acabar la sufriendo lo menos posible.De este modo, lo que en un principio era una terapia emocional unipersonal pasa a ser una terapia emocional multipersonal y sin saber muy bien como, pasan a formar parte de esta nueva parte de tu vida.Y de repente sientes la imperiosa necesidad de escribir para saber lo que ese nuevo "amigo on line" tiene que decir a los pensamientos, ideas o experiencias que has decidido compartir y esperas, con la misma ilusión que un niño la noche de reyes, el comentario a tu post y cuando lo recibes sonríes y lo abres y lo lees y vuelves a sonreír. Si, lo sé! llevo unos días en los que estoy un poco profunda pero hay veces que la vida te pone en unas tesituras que te obligan a interiorizar y buscar en los cajones de tus esencia interior ese "yo" que has perdido no sabes cuando pero que lo echas de menos porque, como suele ocurrir, es ahora cuando lo necesitas y a ello me he dedicado todo el fin de semana, a buscar esa alegría que yo tenía, esas ganas de pasármelo bien, de hacer cosas y de pintarme los labios de rojo, de subirme a unos tacones y de ponerme el mundo por montera.El cuerpo me pide a gritos abandonar el traje de luto (los pantalones negros, el jersey negro y las botas negras), despegarme de la esquina del sofá y salir de debajo de la manta, tengo ganas de que los rizos rojos vuelvan a ser eso, rizos rojos y no una maraña encrespada pero para eso debo remangarme y subir al ático de mi cabeza a buscar la caja que contiene todo lo que yo fui y que he ido abandonando a lo largo del tiempo para hacer hueco a lo que los demás iban estimando conveniente que fuera.La tarea está siendo difícil a pesar de que el ser una maniática del orden me hace guardar cada cosa en su caja con la etiqueta correspondiente, todavía no he encontrado lo que estoy buscando en esta cabeza llena de estanterías repletas de momentos, todos los que se pueden acumular en 25 años están aquí y, como suele pasar en estos casos al cabo de un rato casi he olvidado que había venido a buscar porque es fácil sentarse en el suelo y comenzar a abrir cajas y más cajas y revivir mil y un momentos que creías olvidados y dejarte llevar por ellos acompañada de una botella de vino.Estoy segura de que tiene que estar en algún lado esa maldita caja, miro al cielo en señal de súplica y la veo en la parte más alta de la estantería menos accesible, hay está!!, me subo a la banqueta, la cojo y la abro pero me decepciona ver lo que hay dentro, es mi yo antiguo y ya no me sirve para nada ahora, a no ser que lo disfrace de vintage y creo que ni aún así.Apuro la copa de vino, apago la luz del trastero dejando la caja abierta en mitad del suelo y pienso que quizá sea el momento de crear un yo más acorde a estos tiempos.