Revista Diario

Mi venganza

Publicado el 10 octubre 2010 por Rizosa
Estaba yo  esta tarde echando la vista atrás cuando recordé un episodio curioso de mi pasado: mi primera venganza. Es más, creo que ha sido la única venganza real que he llevado a cabo... dejadme que os ponga en antecedentes:
Mi venganzaCuando estaba aprendiendo a caminar, es decir, siendo yo un retaco, mi madre estaba estresaíta perdía porque su primogénita (y la que sería finalmente su única hija, quizá por lo que os voy a contar ahora) era un manojo de nervios y no quería pillarle el truco a lo de andar como todo el mundo, sino que se lanzaba al arte de correr sin temor  y sin esperar a que mamá la ayudase y, claro está, se iba dando unos batacazos tremendos por las esquinas...
Tan preocupada estuvo mi madre por el hecho de que yo perdiese los dientes y la boca entera en un escalón de un tropiezo, que al final optó por solucionar el problema muy al Rizos' Style: me compró una correa de perro (ella dirá que no, que era especial para bebés) de esas con un arnés que se ata a la cintura. De esta forma podía pasearme sin temor a que me escogorciase y además me tenía más que controlada... pero echando mi reputación por los suelos sin misericordia. Para mí tuvo que ser una tortura, y por eso mientras me salían  todos los dientes (perfectos y sin roturas, puesto que no me caí nunca más) fui fraguando mi venganza...
Una mañana en la que acompañaba a mi madre al súper descubrí a un pedigüeño sentado en la puerta, con la mano extendida y la cabeza gacha. Mi mirada se fue rápidamente al montón de monedas de veinte duros que descansaban bajo sus pies, y empecé ya a imaginarme cuántos helados podría comprarme con tanto dinero...
Mamá me regañó por mirarle fijamente, claro, y me dijo que me quedase un segundo en la entrada mientras ella iba a por el pan. Yo asentí dulcemente poniendo ojitos de Bambi, y en cuanto me quedé sola me acerqué al mendigo, me senté junto a él en el suelo (con mi vestido más bonito) adoptando exactamente la misma postura y saqué a relucir la mejor de mis expresiones de tristeza... ensayada durante meses cada vez que alguien comía chucherías. Alargué la mano y todo, que las grandes fortunas empiezan dando pasitos pequeños, y esperé.
Dos cachetes y una semana sin dibujitos animados. Eso fue todo lo que saqué de mi negocio, porque inexplicablemente la gente cuando pasaba por mi lado no me echaba monedas como a mi compañero de profesión, sino que sonreían y cuchicheaban...
Mi madre no sonrió cuando volvió, claro está xD
Aún así, mi venganza no estaría completa hasta unos meses después, que cumplí 5 primaveras y fui con mamá rizosa a apuntarme al colegio. Nada más llegar, una monja nos atendió amablemente y empezó a pedirle mis datos a mi madre, y entonces fue cuando aquí servidora vio un filón de oro en esto de avergonzar a sus mayores y, mirando fijamente al hábito de la monja, pregunté en voz alta y sin vergüenza ninguna:
     -Oye, y tú... ¿dónde tienes las tetas?
Chúpate esa, mamá. Correas ni correas.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Rizosa 899 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revistas