Somos unos maleducados emocionales. Sí, sí, dije somos. Entramos y salimos de la vida de la gente a placer. Salimos a la francesa y volvemos como si fuera una puta puerta giratoria. Y tenemos los huevos de exigir que todo sea como antes de desaparecer sin decir adiós.
Y hablo de amistad. De parejas. De familiares. De todo. Que ya nos conocemos y tengo claro por qué derroteros van vuestros pensamientos. Y no. Eso no es. Que para volver, aunque sea abriendo la puerta de una patada, hay que tener huevos. Y tampoco.
Bueno... Huevos y mala educación emocional, ya os lo dije.Pero el problema no es del que patea la puerta. Por intentarlo que no quede. El problema es de quienes nos dejamos patear la puerta. Somos tarados. Muy. Yo a partir de ahora lo que voy a hacer es poner una plancha de metal detrás de la puerta. Ya veréis qué risas cuando den la patada... Y reboten.
Así que ya sabéis. Las patadas a la puerta y lo de irse a la francesa, por donde la cerveza sin alcohol y el café sin cafeína.