Revista Talentos

#microcuentos

Publicado el 20 marzo 2015 por Isabel Topham
He querido rescatar todos los textos que, he ido publicando en diversas páginas de microcuentos y, compartirlos también con todos vosotros.
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     #Microcuentos
Libertad
Cuando el aire te azota con todas sus fuerzas en la cara, siente que algo va bien. Aunque ese algo sea el vacío que se consume en tu interior, pero todo va bien. Sonríes con una delgadísima ilusión en forma de línea dibujada en tus labios, y se resbala una lágrima por una de tus mejillas… esta vez, de felicidad. Puede que no haya nada que celebrar, puede que tan solo seas libre, libre por un instante del dolor impreso en tu piel desde hace meses, y no está dispuesto a evaporarse como gotas de agua en la lluvia. Pero, por un minuto, saboreas la libertad.
¿Por qué?
El silencio no esconde más que una realidad y es la calma quien nos destruye por dentro. Un infinito que acaba o un espacio en blanco dibujado con luz y esperanza. La palmadita del llanto en tu espalda como síntoma de apoyo prendiéndole fuego a tu miedo. Sentir una corazonada más, sentir tu último aliento. Hay veces que nos mata la curiosidad por mirar más allá del muro, sin saber que es allí donde acaba nuestra libertad. Sin saber que, a veces, un por qué sólo esconde silencio.
Sé mentir
Hasta la persona más bondadosa, miente. Eso nadie me lo podrá negar, de hacerlo ya estaría mintiendo. El ser humano es hipócrita en su naturaleza; pero no, no ha sido este argumento lo que me ha llevado a escribir el texto. La mentira es un hecho universal, porque gracias a ellas se han justificado otras, más creíbles; y, a su vez, se ha dañado la piel del más inocente en el amor, amistad… y en el trabajo. Quién no se ha visto tentado por el deseo de consumir carne ajena, o el pan que ofrece la empresa de al lado a la que dimos nuestra palabras de comprar siempre allí, con una sonrisa y la mirada firme. Aquí, todos mienten; y el que dice la verdad, está mintiendo. Sé mentir.
Tempus fugit
La vida transcurre en momentos tristes, agrios, melancólicos, alegres, sentimentales, divertidos, tranquilos, nostálgicos, ebrios (y no tiene por qué ser de alcohol), duros, difíciles, terroríficos o felices. Sin saber qué fenómenos paranormales conspiran contra nosotros ni cómo; nuestro llanto, carcajada, temblor, corazonada, recuerdo, calma, diversión o melancolía se sincroniza con la de otra persona de entre las trescientas millones que viven actualmente dentro de la gravedad. Sorprendentemente, hablo de un instante.
Tristeza
Mis lágrimas caen por los senderos de mis mejillas, ahogando mis penas, en momentos cuando necesito ser una de ellas. Aguas intranquilas limpiando los desiertos de mi cuerpo, con furia. Recuerdos rotos vertidos en la orilla de mi vida. Tristeza abatida que consume el silencio del momento, llorando su debilidad ante mi vacía soledad. El aire muerto que desea vivir de nuevo, aunque sea desde el cuerpo ajeno. Libertad llana e incompetente a la espera de su servicio en el preso o esclavo. El débil llanto que emborrona la vista del ser amado. Tristeza insaciable que grita en palabras lo que no en sollozos. Palabras vencidas, llanto.
Ven
Siento mi vida partir cuando mi aliento se evapora y mis lágrimas no dejan de morir, al ver tu figura formando parte de la sombra lejana del camino. Mi boca no sabe hablar, pierde el hilo de la conversación y formula alguna que otra palabra sin conexión. Puedo estar loca, y no por enfermedad sino por el amor que sembraste en mi corazón al respirar, pero no me importa estarlo y demostrar lo que mis huellas ocultan. Maldigo, en noches como las de hoy, a mi fría mente por pensar de esa forma. He querido romper el silencio, y lo único que me sale decir es un “Te quiero” con alas rotas y apunto de morir. Ven, y tú ya te habías ido.
Renovarse o morir
Tantas veces hemos oído hablar del “Renovarse o morir” que, ya nos suena a mito glorificado. Hay veces (o sólo personas) que confundimos el comienzo con el punto y aparte de una oración. Habrá que nacer primero, para volverlo a hacer… o, intentar; sí, porque, aunque parezca increíble a la mayoría, a la inversa me temo que no es posible. Podremos redefinirnos o, simplemente, decidir qué opción es la más adecuada. Siempre olvidamos que morir también forma parte de este juego, y tengamos en cuenta que, esto, no es una alternativa.
Adiós
Se acaba ya. Termina lo bueno dentro de un par de días, o incluso horas. El tiempo acelera, granito a granito; y lo que parecía imposible, ahora ya no solo es cierto sino que también hay que hablarlo en pasado. Siempre se dice y habla que cualquier tiempo posterior puede cambiar la sonrisa de una persona a mejor, pero nunca se hace nada. Ahora me toca preparar aquella materia que dejé para Septiembre; y claro, en Septiembre estamos. Es duro, es difícil… pero, es cierto que es imprescindible saber mirar hacia delante porque puede que éste solo sea el comienzo de una nueva etapa.
Sombras
Somos la vergüenza del silencio. Quienes materializan su sonrisa en el endeble llanto del enemigo. La vida de su sombra en la oscuridad, o el supuesto éxito de la victoria peleando contra su hermanastro de rodillas, sollozando, suplicando no volver a caer. Somos el dolor y la sangre como rastro al final del camino. Aquel que vive del aire ajeno porque el suyo ya está muerto. Somos polvo en el viento que arrastra sólo soledad. La libertad que posee las cadenas del cínico y el egoísta para inmovilizar a todo aquel que lucha. Al fin y al cabo, el silencio es el único que nos mueve.
Mirar atrás
Es irremediable no mirar atrás cuando el pasado es quien te pisa, te rompe en silencio y pedacitos pidiendo a gritos salir y ser olvidado. Aún así, dejas que sea el tiempo quien te golpee, a pesar de todos los golpes recibidos y huyes de ti. Sí, de ti. Intentando ser fuerte, camuflándote en una personalidad ajena a la tuya, viviendo el día a día en el cuerpo de otra persona pero sin dejar de sentir esos latidos muertos que no le dan otro significado al corazón más que el de bombear sangre, hasta acabar tus días como bien llegaste al mundo, llorando… y en silencio. Viendo como transcurren los minutos y, poco a poco, se van clavando cruelmente por tu espalda. Sin espera, sin aviso. Sólo huyes, y es ahí donde te das cuenta de que tú ya estás muerto.

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