No ganó ninguno. Fueron los primeros que escribí y todavía me falta práctica.
Había una vez un hombre que quería conocer el mundo y al llegar a la esquina de su cuadra dio vuelta para atrás.
Un día quise matar a mi peor enemigo y rompí el espejo.
Ese hombre malgastó tanto su vida que cuando murió, Dios le pidió una indemnización.
Tiré un beso por la ventana y viajó hasta tu boca disfrazado de viento.
La cucaracha despertó asustada luego de soñar que era hombre.