Microrelatos

Publicado el 05 marzo 2010 por Emilio

MOLESTABAN
Ese tic tac que escuchamos hace rato y sabemos de que se trata, no es un reloj, aunque pueda parecerlo, es la pelotita del niño del vecino que no hace más que golpearla contra nuestra pared y el cuadro del salón que tiembla cada vez que impacta.
Pero no podemos decirles nada, se mudaron hace ya cinco años y nosotros decidimos resolver nuestros problemas de otro modo, sin avisar a la policía.
LLEGO TARDE
Ese tit tac que escuchamos hace rato nos pone nerviosos, nos traslada a otros tiempos antes de atravesar el espejo, antes de abandonarlo todo.
-Lo siento doctor pero no volveremos más si no lo detiene.
-De acuerdo, - se levantó el conejo de su sillón y mirando su reloj les despidió como todos los días:
-Tengo prisa, llego tarde, muy tarde.
Y desapareció por el hueco del árbol.
ETERNO DESCANSO
Ese tic tac que escuchamos hace rato, es desesperante, todos los días lo mismo, nuevos vecinos, y los de las mudanzas sin ningún miramiento con los que aquí descansamos. Y los gritos y lloros no digamos.
Menos mal que cada día se llevan más las incineraciones.