Revista Literatura

Microrelatos para Ediciona

Publicado el 27 mayo 2010 por Mariateresaalaezgarcia @mtiag

Corregidos en el foro Metáforas de Diana Gioia

1.- Cuando te fuiste, tu rostro esculpía en nuestros corazones un nuevo futuro. Ahora que has vuelto, no reconozco ni siquiera el aroma de mi cariño perfumando tu ropa. Únicamente a causa de los moratones recibidos en el alma por las heridas de tu voz y tu desprecio, sé que, por fin, estás en casa.

2.- ¡No, no te vayas! Las alondras describen silencios de muerte en sus vuelos apagados, en las olas del tiempo que hace siete años, te hicieron partir para estar con ella. En su momento te dejó y ahora te reclama para cuidar de un hijo que ni siquiera sabe de tus genes en su origen. En trece años, construí una mentira y en dos horas, un jergón y una manta de mi abuela sustituirán el calor que jamás nos regalaste.

3.- Hay otra soledad que el silencio encierra entre cristales de dióxido de carbono. Todos la conocemos pero no la nombramos porque su dolor supera al del mayor sufrimiento padecido. Es esa soledad triste, fría y real en la que aceptamos y asumimos que nuestra conciencia tenía razón y, por fin, reconocemos que sí fuimos culpables.

4.- ¿Qué haré contigo? y… ¿Qué haré sin ti? Tu rostro reposado, vacío de sufrimiento no refleja ese corazón que sé que conoce la angustia a cada momento y por eso no haces más que preguntármelo todo y avasallarme porque sabes que yo… lo sé. Y me pides seguridad a cada instante, quieres verme fuerte y que te proteja. Cómo, hijo, cómo pretendes que te cuide y ampare tu angustia si soy yo la primera que hiere tu pequeño corazón negándote mi cariño para que te veas solo y alcances una autonomía que te hará hombre.

5.- No puedo… no sé. Puedo… sé. Sé y no puedo. No sé pero puedo. La peor barrera es la que forman mis pensamientos y mis recuerdos, luchando por hacerse sitio en el grado más alto de la conciencia, donde la luz [color=brown]caldea[/color] la felicidad prometida. A cada momento se cierra el tragaluz que reconoce la realidad y mi yo, sombrío, vuelve a dormirse entre terribles tormentos que, en realidad, no existen.

6.- Un día tuve una inspiración. Fue tan bella… que ni siquiera puedo describirla y al llenarme de su dicha… la olvidé por completo.

7.- Tu primer “no” me hizo abandonar la música. El segundo, el baile. El tercero, aquellos paseos por la playa y el cuarto, me obligó a sentarme a trabajar para ganar la mayor cantidad de dinero posible. En vista de que mi rebeldía izaba mi cuerpo hacia la limpieza interior, torturaste mi confianza y mi cariño e incluso así, te deseé mucha suerte y te dejé marchar. Pero volviste con el infierno en tu mirada y hasta hoy, seguimos profanando el rescoldo de la sima más perdida. Ahora la luz vuelve a reclamar tus ojos hacia otro destino y me acabo de enterar de que tú nunca me dijiste “no”. Entonces… fui yo.

8.- Unas personas hacen que las otras sean mejores porque ayudan a sacar la parte buena de su interior. Otras sacan la parte más negativa, porque son personas tan amargadas y tan aferradas al materialismo que sólo saben reconocer a la gente en sus miserias para dejarlas en evidencia y sentir que tienen poder sobre ellas.

Por otro lado, nuestra respuesta también incide en nuestro comportamiento. Ante personas que tienen con nosotros un comportamiento sincero, que puede ser positivo en ocasiones y en otras negativo pero siempre saliendo desde su corazón y usando el amor, la respuesta es positiva y creativa. Ante personas que mienten y manipulan usando a los demás para conseguir su beneficio, aunque sea usando un lado benévolo y generoso pero falso, la respuesta puede llegar a ser hasta violenta.

Después no pregunten el porqué una persona puede ser como Belén Esteban o como la Infanta Cristina. Pregúntense cómo son ustedes por dentro para que la reacción de los demás sea desaforada o amable  y qué pueden haber visto los demás o haber hecho ustedes.

¿Tocar fondo? Lo rozo con los dedos. Mido la distancia porque, de un momento a otro, me daré de cabeza contra la nada, dura, fría e invisible pero cierta.

¿De qué sirve sentir envidia, odio? De nada. Yo prefiero sentir admiración y disfrutar de aquello que considero inalcanzable. Intento llegar pero el camino es demasiado largo y ya no tengo fuerzas. Recorrerlo, aunque sea por unos metros, será suficiente.

Y a pesar de las llagas en la piel, de las heridas que escuecen sin remedio… seguir adelante.

9.- Llegó la primavera. Las hormonas se suben por las paredes y los ánimos serpentean por los suelos. La crisis enturbia expectativas. El trabajo y los sueldos están cristalizados mientras sostienen un carro de corrupción pintado de verde plomo: la gente piensa que los políticos tienen la solución a sus problemas; no están desorientados excepto en una cosa: que las únicas cuestiones y dudas que los políticos resolverán serán las propias y las referidas a sí mismos y a sus familias, aprovechándose, precisamente, de los sueldos que debían  alimentar y proteger a los cuatro millones y medio de parados españoles.

No harán nada más. Ni los de izquierdas, ni los de derechas ni los de centro. Solamente se dedicarán a sufragar sus gastos y necesidades a cuenta de las vidas y los derechos que necesitan quienes les votan.

Mientras los cinco miembros de una familia están en paro y viendo cómo la única casa que pagaban con tanto sacrificio saldrá a subasta porque no han podido pagar la hipoteca, los políticos han cogido sus sueldos brutos y se han ido de vacaciones con sus amantes. O se han comprado coches caros.O envían a sus hijos a colegios privados.

Y nosotros… les seguimos votando como idiotas.

Hemos votado una democracia y hemos dado la dirección de la misma a unos necios que no saben mandar. Sólo saben estudiar como enanos para repetir los contenidos de lo que aprenden como loros en los exámenes para sacar la nota máxima – no todos los políticos tienen un expediente brillante, ni mucho menos- aunque no han asimilado nada de nada de lo estudiado. Porque no por tener una carrera universitaria se es inteligente, necesariamente, o culto. Saber gobernar un país no es fácil y cualquiera no está preparado para ello. ¿Por qué no hacen que los políticos pasen un test psicológico o cinco o diez para ver si están preparados para mandar? Porque seguro que para enriquecerse y hacer más ricos a los ricos sí están preparados. Siguen mandando los mismos de siempre pero envueltos en otros ropajes. Da igual el color del traje que se ponga el gobierno: el forro siempre tiene el color del dinero.

(c) María Teresa Aláez García. Mayte Aláez. Pernelle.


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