En aquel camping de París el niño, hijo de unos conocidos, se reía con el engreimiento que dan 10 años malcriado mientras me provocaba: "Me cago en todos los chinos de Cuenca". Le recriminé seriamente su comentario mientras que sus padres, sin embargo, lo tomaron a broma. Entonces comprobó que me era molesto y añadió con tono cruel: ¡Putos rumanos!, mientras echaba a correr por el sendero. Estaba volviendo la cabeza para ver si le perseguía cuando chocó con una gruesa señora que volvía su tienda. Ésta le increpó: ¡Espagnol de merde!
Jesús Marcial Grande Gutiérrez