El regalo
ZTR868 era la estrella que su padre le había regalado para su cumpleaños número diez. Todas las noches la observaba con su telescopio. Cuando cumplió veinte se decidió a visitarla. Entonces trepó a un árbol muy alto y dándose cuenta que aquello no era más que un manto oscuro repleto de piedras brillantes, fue asiéndose de las mismas y perdiéndose en la inmensidad del espacio.
Ahora su padre lo saluda todas las noches, desde el telescopio de la habitación vacía que dejó atrás.
El ataque
No podrían culparlo a él, no señor, no podrían. El planeta estaba cercado, las naves invasoras lo habían rodeado y estaban a punto de iniciar el fuego. Hizo lo que cualquier humano hubiese hecho. Apretar el botón rojo.
El ventanal exhibía lo que ocurría afuera: la Tierra se doblaba sobre si misma, las montañas caían, el cielo se llenaba de polvo y las calles de sangre. No podrían culparlo a él, porque ya nadie quedaría.
El suelo comenzó a quebrarse bajo sus pies...
El nacimiento del superhéroe
Al despertar sintió una electricidad recorriéndole el cuerpo. El simple acto de girar el picaporte incendió la puerta. Sin pensarlo, sopló y el aire que arrojó de su boca formó un torbellino y extinguió las llamas.
Salió al balcón, consciente que tenía super poderes. Podía ver con nitidez cada detalle del edificio del otro lado de la calle e incluso, desde el décimo piso, los rostros de los conductores de los automóviles que viajaban por la avenida.
Sonrió, sintiéndose poderoso. Saltó al vacío y extendió los brazos. Sin embargo no sucedió nada. La gravedad lo envió directo a la acera y su cuerpo se desmembró en un cuadro sangriento.
El poder de volar no se le había otorgado.