James Bond murió en un accidente de helicóptero en el Himalaya, justo el mismo día que nació William Smith. Su nuevo nombre era vulgar y anodino. Tal y como era la vida que deseaba comenzar con Ellen.
El que fuera el agente secreto más famoso de la historia contemplaba a su amada, vestida de un radiante blanco, mientras esperaba a que el sacerdote le hiciera la pregunta que daría inicio a la vida soñada.
Una pregunta cuya respuesta sería un «sí, quiero».
Fuera de la iglesia, un tipo con sombrero y el cuello de su gabardina levantado se encendió un cigarrillo. Tras la primera calada consultó su reloj. Marcaba las 17:29:01 horas. Sonrió. Miró hacia el interior. La pareja de novios permanecía frente al altar. O lo que era lo mismo: a un metro de la bomba que estallaría en menos de un minuto.
Continuará…
CONTINUARÁ... EL MEJOR GANCHO PARA ATRAPAR AL LECTOR
¡Ay! No hay nada como los continuará… Seguro que en este momento os ha venido a la mente algún capítulo de alguna serie de televisión, tal vez la escena final de una saga cinematográfica o quizá, si tenéis ya una edad, algún serial radiofónico, tan populares hace unas décadas. En mi caso, me trae a la memoria los cómics. Mi superhéroe favorito a merced del supervillano, en una situación sin escapatoria previsible y… ¡arg! Todo un mes deseando que el siguiente número apareciera en el quiosco.¿Y en literatura? ¿Podemos usar este recurso para enganchar a nuestro lector? No solo podemos, debemos usarlo. Además, fue precisamente en la literatura donde nació con el nombre tan megachulo de Cliffhanger.
¿Qué es un Cliffhanger?
Es un recurso narrativo que consiste en construir una situación de gran tensión dramática que, sin embargo, queda interrumpida y deberá completarse más adelante.El término Cliffhanger, etimológicamente, es la unión de Cliff (acantilado) y Hanger (percha o colgadero). Así que Cliffhanger significaría «colgado de un acantilado». ¿Y por qué colgado de un acantilado y no, por ejemplo, apuntado con un revólver o encadenado a una bomba? La respuesta tenemos que encontrarla en el año 1873, cuando el escritor inglés Thomas Hardy publicaba su novela Un par de ojos azules por entregas en un periódico. En una de ellas, dejó a su personaje de la manera que ya estáis imaginando: colgado de un acantilado. Al parecer, consiguió que los lectores se quedarán colgados con el protagonista durante la semana y, al publicarse la continuación, se lanzaran a por ella como si no hubiera un mañana.
Como todo lo bueno, el recurso comenzó a utilizarse por la mayoría de autores que publicaban de manera semanal y seriada sus novelas en la Inglaterra victoriana o en los folletines franceses. Luego cruzó el charco para convertirse en un gancho habitual en la literatura pulp norteamericana, aquella publicada en papel barato y centrada en géneros como la novela negra, la romántica, las del oeste, la ciencia ficción, las aventuras…
En 1937 el término se oficializó al ser incluido por el Diccionario de Oxford, definiéndolo como «Momento culminante en una obra narrativa».
De las letras saltó a los seriales radiofónicos y, de ahí, a las series de televisión. Aquí tengo sacar de nuevo mi lado friki y destacar, ¡cómo no!, la serie de Batman de los años sesenta. Una serie en la que de manera recurrente usaban este recurso y, además, lo hacían literalmente, dejando atados y colgados de lo que fuera a Batman y Robin. En este vídeo los vemos colgados dentro de un par de contenedores llenos del líquido congelante de Mr. Frío.
Quizá tanto abuso del Cliffhanger empachó al espectador. En las series de mi infancia, en la década de los setenta y ochenta, recuerdo que casi la totalidad de capítulos eran autoconclusivos. ¿Os acordáis de El Equipo A, El Coche Fantástico, Bonanza, Colombo, Mike Hammer, Se ha escrito un crimen, V, etc? Quizá en la famosa serie de los lagartos alienígenas se usaba más, pero en general cada capítulo finalizaba la aventura. Diría que fueron Expediente X o Twin Peaks, y no digamos ya Perdidos, las series que recuperaron este recurso tan utilizado hoy día.
Una vez que le hemos puesto nombre a este recurso que todos conocíamos podríamos pensar que solo cabe en historias de acción y que solo consiste en interrumpirla con una escena explosiva.
Pues no, el cliffhanger es como el pan, te vale para cualquier comida. Aunque, eso sí, tiene sus reglas.
¿Cómo conseguir un buen Cliffhanger?
Siguiendo la imagen culinaria, para que nos resulte un buen cliffhanger no basta con la interrupción de la historia en cualquier momento y de cualquier manera: hay que prepararlo.Por ejemplo, imaginad la historia de un par de jóvenes que después de todas sus dudas e inseguridades deciden declararse su amor y para ello preparamos una escena así:
Juan y Carol llegaron al puente casi a la vez. Al verse ya sabían que no hacían falta más palabras. Era el momento de los besos y abrazos bajo el atardecer de un domingo de primavera.
En ese instante, un estruendo resonó en todo el valle fluvial. Anunciando que el primer pilar del puente comenzaba a resquebrajarse.
Por supuesto, nos quedamos expectantes, preguntándonos qué va a pasar con esos jóvenes en un puente a punto de derrumbarse. Pero también nos preguntamos qué le ha pasado al autor. ¿Le ha dado pena terminar la historia en el último instante? De repente, ¿ha sentido el morboso placer de fastidiar el momento de la pareja? Al no preparar el cliffhanger, que es que el puente se viene abajo, tenemos la sensación de que el autor está utilizando el recurso sobre la marcha, el llamado Deus ex machina. Tanto podía derrumbarse el puente como venir un meteorito o aparecer el mismo Donald Trump. ¿Cómo podríamos prepararlo mejor?
Eran tantas las ganas de declarar su amor, que Juan y Carol no hicieron caso del precinto policial que cerraba el puente. Habían escuchado algo sobre que iban a reformarlo. Pero hoy era domingo y ese era el lugar en el que querían darse el primer beso. Llegaron casi a la vez. Al verse, ya sabían que no harían falta más palabras.
En ese instante, un estruendo resonó en todo el valle fluvial. Anunciando que el primer pilar del puente comenzaba a resquebrajarse.En esta ocasión, sí hemos lanzado señales, aunque fuera como de pasada, lo justo como para que pudieran pasar hasta inadvertidas al lector. Están ahí, pero tratadas como algo secundario. El narrador se centra en el deseo de la pareja por verse y besarse. Cuando llega el momento del derrumbe, el lector enlaza esa consecuencia con el precinto policial.
Así que para que el cliffhanger funcione tenemos que tener en cuenta que:
- Debemos preparar la situación culminante. Puede ser cualquier cosa, pero que sea acorde con la historia que estamos contando y que la situación sea previsible o improbable. Pero nunca imposible.
- Interrumpir la escena en el preciso momento en el que todas las opciones de resolución estén abiertas. En el ejemplo, dejamos la escena justo cuando el lector se hace preguntas como: ¿morirá uno de los dos? ¿quedarán gravemente lesionados? ¿se salvarán sin un rasguño? Fijaos que según la opción que decidamos, la historia tomará caminos totalmente diferentes.
Las clases de Cliffhanger más usadas
Por supuesto, hay mil maneras de dejar a nuestro personaje y a nuestro lector colgados de un acantilado. No obstante, casi todas pueden incluirse en cuatro categorías:1. Adelantar o sugerir una situación e interrumpir la historia justo cuando el personaje va a enfrentarse a ella.
Por ejemplo, imaginad que en una historia de Fantasía el narrador va avanzando todos los peligros mortales que se encuentran en un bosque encantado. En un momento dado, nuestro héroe descubre que su amigo ha sido capturado por un mago oscuro y que para llegar a él debe cruzar el bosque. Dejarlo justo a la entrada sería un buen cliffhanger.
2. La revelación sorpresa.
Sería aquel en el que un personaje le revela a nuestro protagonista una información que da nueva luz a lo narrado hasta ese momento y que, además, supondrá un nuevo rumbo para la historia. El «Luke, yo soy tu padre» de Star Wars es el ejemplo clásico.3. Presentar un obstáculo nuevo.
Es el típico de las historias de aventuras. Se produce cuando nuestro protagonista se va encontrando nuevos enemigos o situaciones que se interponen en la búsqueda de su objetivo.4. Llevar al protagonista a una encrucijada moral.
No todo cliffhanger debe ser algún suceso espectacular. Basta con que nuestro personaje deba decidir. Imaginad a un maravilloso doctor que se encuentra ante la tesitura de tener que dejar morir a algún paciente para que otro pueda vivir. O ese protagonista que debe decidir entre el amor y el éxito profesional, el instante en el que debe dar el sí o el no a una relación... La realidad es sobradamente compleja como para pensar que los valores morales de cada uno no pueden encontrarse con situaciones en las que deba renunciar a ellos. Ese instante previo a la decisión es un momento ideal para usar un continuará.Y llegados a este punto, creo que ya habéis pillado de qué va el microrreto de este mes, ¿verdad?
MICRORRETO: CONTINUARÁ
El Microrreto consistirá en escribir un microrrelato de 250 palabras que termine con un glorioso y apasionante Continuará. Se trata de imaginar una historia, con sus personajes y su conflicto y dejarnos con la miel en los labios justo en el momento culminante. De aquí a un tiempo, si decidís continuarla, ya veréis cómo vuestros lectores todavía recordaremos ese momento en el que nos dejasteis colgados del abismo.Si queréis, podéis utilizar esta imagen para acompañar vuestro micro
¿CÓMO PARTICIPAR EN EL MICRORRETO?
- Escribe un microrrelato de hasta 250 palabras como máximo que termine con un continuará.
- Publica el microrrelato en tu blog.
- Deja un enlace a tu micro en los comentarios de esta entrada para que pueda añadirlo a la lista y que todos puedan leerlo.
- Tienes de plazo hasta el 30 de noviembre.
- Todos los microrrelatos serán publicados en la revista digital EL TINTERO DE ORO MAGAZINE.
Ojalá este reto nos dé tantos micros como el anterior, SUEÑOS DE ROBOT, para que nos quedemos deliciosamente colgados del abismo.
RELATOS PARTICIPANTES
1. ... Por supuesto, la pequeña historia de la introducción es un particular homenaje al auténtico agente 007, el actor Sean Connery que tristemente nos dejó el pasado fin de semana. Un fin de semana de terror dada la celebración de Halloween a la que Ramón Márquez ha querido sumarse con una impresionante dramatización de La máscara de la muerte roja el mítico relato del gran Edgar Allan Poe. Un espectáculo de voces, sonidos y atmósferas que no deberíais perderos.Y la semana que sacaremos de nuevo la alfombra roja para recibir a Ruth Rodríguez, correctora profesional y responsable del fantástico blog de narrativa VERBALINA ESCUELA DE ESCRITURA CREATIVA, para hablarnos de... ¡No os lo perdáis! ¡Saludos tinteros!