Nunca subirás al tren del olvido.
Cincuenta remos propulsan la pentecóntera, se desató terrible tempestad, el piélago castigó con depresivas grupadas, el destacado tripulante cayó al abismo. Publicaste seiscientas palabras e insuperables comentarios. Ahora celebras misa de langostinos bailando con el hombre lobo, nuestro más muy mayor bye al filósofo.
Nunca subirás al tren del olvido.
Nunca subirás al tren del olvido.