Mide mi embrión los días hembra
y los gime huracán;
hasta donde llega mi ademán de cuervo
retira de su nuca lo poco de mi frente
y corta por lo sano.
Está fuerte,
tiene el mes trece mal contado,
tiene el perfil de casi una distancia;
en su segunda cintura le aflora
el doble de mi abrazo,
el doble recién parido
de todo mi abrazo.
Quiere saber, él, bruto, lo que yo acaparo:
mis piedras de hablar,
mi manta para la escarcha,
mi grito para la paz.
No me entiende,
no me deja ningún pájaro,
no me deja en el ceño nada que desatar.
Late mi embrión los días macho
y enloquece.
Ilustración: Paul Klee (1935)