Vincent Giarrano – On the couch
Despertar dormida, activar la desgana, tranquila y sin furia.
Abrir la puerta, cerrarla. Sentir la briza cálida en la frente. Mirar a la vereda. Jugar a que un paso es más largo que el anterior. No encontrar ni una moneda.
Cruzar la calle. Chequear la cartera. Sacar todo. Encontrar el celular, volver a acomodar. Cruzar una plaza. Recibir un mini folleto de futuras vacaciones en el cielo mormón. Asentir y dejar que Dios haga su trabajo. Las campanas de una iglesia que suenan en otro pueblo , las palomas que se espantan en éste pueblo. El paso número ochenta y cinco. La baldosa que tropieza. La huella del can. Las colas de gente multiplicadas en distintas puertas de doble hoja, de metal o de madera, altas y gruesas. Una cola en el banco, otra en el súper, una cola y media en la entidad financiera. El reloj que no apura. Puertas cerradas. Gente que espera, gente que apremia mientras largan humos de colores y contagian humores.
El diariero que grita obscenidades de la actualidad real. Las aceras que abrazan y el asfalto comienza a dirigir el tránsito.
Bostezos.
Pensar si cerró la puerta de su casa. Intentar recordar. Si no la cerró alguien ya pudo haber entrado. Si no la cerró su perro pudo haber escapado o el viento pudo haber violado la puerta y dejarla de par en par. Miedo a que quede la puerta abierta, miedo a que entre el viento y algo más. Miedo a que las colas sean recurrentes.
Las llaves. Tal vez se las olvidó. Abre la cartera. Saca todo. Encuentra otras llaves. Sacude y escucha. Las encuentra. Vuelve a amontonar todo en la cartera.
Abre su lugar de trabajo. Cede el blindex y sale el aire viciado de ayer, como si fuera una bocanada de aire calefaccionado en pleno invierno.
Ilumina, barre, saluda, atiende, acomoda. Miedo al silencio. Miedo a pensar demasiado.
La gente hace cola en otro lado. Se sienta, se mece. Escucha unos acordes. Lo recuerda.
Miedo a que no vuelva más. Miedo a olvidarlo. Miedo a que mañana sea igual que hoy y hoy igual que ayer.
Miedo a cerrar la puerta y perder las llaves. Miedo a dejarla abierta. Cierra al fin y desanda sus pasos. Saca todo de la cartera. Chequea que miedo y soledad sigan allí. Los guarda en la cartera. Llega y la puerta estaba cerrada.
El no ha vuelto y ella nunca olvidará.