Revista Literatura

Mientras el fuego arde

Publicado el 31 enero 2013 por Jalonso

Seré una lagartija sedienta en el vaso de leche de una vieja.

Una larga espera, botella en mano, como pendejo contra la pared, buscando el turno de la cajera. Mordiendo la ansiedad mientras late la incertidumbre: esa chica cómplice, la que nunca habla y se fuga. La que desaparece con el alumbrado en su moto con alas.

El misterio me llegará brotando de la pared, entre la mugre, porque sólo pisando porquería (las tuyas y las mías) el hombre se para recto.  Y seré paisano, me podré bombacha de gaucho con una remera de Mollo y te visitaré para beberte el alma de cada botella con el atado de puritos que me compré en el local del veneno de Scalabrini. Todo será muy ubicado, querida lutier de corazón anhelante.

Sí señor, no señor. Pasa usted primero. Muera para vivir. El humo es para allá.

Voy a plegar los trapos sucios para trocarlos por algunos nuevos. Habrá dulce y salado en la mesa blanca. Y la esperanza necesaria para que te quedes hasta que el sol entre por la ventana y despierte a mi gato que sale a comerse palomas en el desayuno. Con Cesaria Evora sonando de fondo. Zeca Baleiro, Jarret y algún Dylan. Pero no llores porque me desconcentro y ambos sabemos que se puede correr por un largo tiempo.

Pobre salvaje de la carroña en un mundo vampiro. Y vos queriendo amar.

Voy a viajar colgado de un micro 97 kilómetros para llamar a tu puerta. Ahí donde tenés a tu vieja sedienta. Iré en forma de gallina ponedora. O de gallo de pelea, con un ojo menos por las contiendas. La perra hundirá el hocido en la tierra buscando el hueso.

Seré el trajeado que te anuncie la ceremonia del comienzo de los finales. El que encienda el incienso. El que seguro te lastimará como jinete de la medianoche.

Un encantador que hace yoga  mientras humean las hebras de té.  Y sale en su bicicleta a darse una vuelta por eso de las grasas. Justo en el momento en que la chica de la moto vuelve del sueño con las alas embarradas. Y nunca duerme, tan siniestra y tierna es ella.

Yo, te juro, podría construir diez torres de 67 pisos de palabras y cinco de ladrillos. Algunas se caerían al instante, otras durarian el tiempo de una rama seca, otros toda una vida. Nada en la inmensidad del Universo.

Pensalo. Hacelo mientras todavía brilla la estrella, que miras cuando la noche trae brisa y el fuego arde y crepita.

leyendadeltiempo.wordpress.com


Mientras el fuego arde

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