Mientras pienso como escribir este texto Mísia suena en Spotify
Mientras pienso como escribir este texto ella chatea por Gmail
Mientras pienso como escribir este texto alguien sube por el ascensorMientras pienso como escribir este texto se cierra la ventana
Mientras pienso como escribir este texto pruebo diferentes formatos
Mientras pienso como escribir este texto a Berlusconi le parten la cara en Milan
Mientras pienso como escribir este texto llega a Carcelona un temporal de frío siberiano
Mientras pienso como escribir este texto tú lo estás leyendo
Mientras pienso como escribir este texto pienso como escribir este texto
Mientras pienso como escribir este texto el cable se cae al suelo
Mientras pienso como escribir este texto me tomo un Macallan doce años
Mientras pienso como escribir este texto me río
Mientras pienso como escribir este texto me acuerdo de los sueños de Cristina, de Morfeo, de la cantante australiana, de la hormiga, de las cortinas, de la pelusa, del rodapié, del caminante anónimo, de los vecinos, del novio de Cristina, del teatro de la representación, del teatro de la presentación, del teatro del ritual, de lo bien que lo he pasado esta tarde en La Poderosa, de lo bien que me ha sentado el vino que he bebido antes de la función, de lo bien que se lo montan estas chicas, de lo buenas que son, de las mini-conversaciones con Roger, con Elena, con Cuqui, con Semolina, de las pequeñas imperfecciones, de las risas que se escapan, de lo buena que es Cristina, de la suerte que tiene su novio catalán de que se haya enamorado de él, de lo insólito que sólo se presenten dos días -y a escondidas casi- en Carcelona, de la buena sintonía con Cuqui, con Cristina, con este tipo de propuestas, con este tipo de propuestas divertidas, con este tipo de propuestas inteligentes, con este tipo de propuestas que saben reírse de ellas mismas, del privilegio de haber pasado esta tarde con ellas, de la idea de José Antonio de invitarlas Bogotá, de la idea de Silvana de avisarme de este Sweet December, de este diciembre frío pero dulce, muy dulce, especialmente en el Raval -¿o era Rabal?-, en La Poderosa, en uno de esos rincones que me reconcilian con esta ciudad nerviosa, con esta ciudad hechicera, con esta ciudad que es un estado de ánimo, un estado de ánimo presidido esta noche fría por una sonrisa que me domina, que me invade, que me lleva a mi atalaya contento, que me hace sentir más en Barcelona que en Carcelona.
Mientras pienso como escribir este texto.