En mí alumbra la sombra de un engaño.
La sombra de ya jamás una mentira.
Dejando las tristes sombras de la ira
en el reflejo de quien es un extraño.
Tantos sueños que prometiste antaño.
Dijiste ‘un paraíso que suspira
músicas suaves al son de tu lira.
Tierra sin armas, heridos ni daño’.
Fue sino dejar en mí fluir tu río
para que zarpando apenas el barco,
la pura agua fuera moco de crío.
¿Me dices ahora que fue por parco
que me metiste en tu intangible trío,
un agua sucia de tu sucio charco?
No sé si quererte es ya suficiente,
no sé si perdonarte acaso basta,
no sé si te mantienes cineasta,
o si es todo esto fatal ingrediente
del veneno mortal de la serpiente
que atesoran todos los de tu casta,
esperando embadurnarlo en una asta
y clavarla un día así suavemente.
¿Acaso me miras y te arrepientes
o es todo esto un actor y su charada
y soy yo un ingenuo cliente sin dientes?
¿Acaso te sufro a ti a cucharadas
y tú por mí quizás ya nada sientes
ni es finalmente tu hogar mi morada?