Mierda, sí. Apenas soy capaz de escribir nada, y a pesar de que me muera por hacerlo me siguen faltando las palabras o éstas no fluyen como fluyen normalmente. No sé. Me da por pensar que ya no tengo nada que contar o que mi capacidad de expresión está mermando con el paso del tiempo. Y sí, a pesar de que puede que este relato no sea muy agradable para leer lo voy a intentar, por qué no. Es un lugar más del mundo y tan digno como otro cualquiera, también desagradable. Supongo que allí es a donde voy cuando me encuentro mal, tengo ganas de llorar o simplemente vuelvo de una noche de fiesta y con más alcohol que sangre en mis venas. Cuando me dan ataques de ansiedad por comer y comer (lo que sea) y luego me arrepiento de haber comido en exceso. Ya sabréis dónde encontrarme cuando no me soporto ni yo de la rabia que siento, o cuando me obsesiono tanto con mi cuerpo que hasta mi espejo me llama gorda. O puede que no, y que simplemente esté allí porque necesite ir al baño de verdad. Pero, eso, nunca lo sabrás.
Mierda.