Desde Colombia, Leticia Jaramillo, responsable de identificación de proyectos de Global Humanitaria.
Recorrer las comunidades latinoamericanas donde Global Humanitaria trabaja desde hace más de diez años, permite conocer realidades, historias de vida que a la distancia pueden pasar desapercibidas, pero que marcan el presente y futuro de sus habitantes, como es el caso de las migraciones.
Global Humanitaria en Guatemala, Nicaragua, Bolivia, Perú y Colombia, trabaja con comunidades de zonas rurales, donde las oportunidades laborales son escasas y los salarios precarios. La población en edad de trabajar al ver que no cuenta con opciones de generación de ingresos para satisfacer las necesidades de sus numerosas familias (5 a 7 miembros), debe pensar en emigrar, bien sea a los países vecinos, como es el caso de Guatemala a Belice; de Nicaragua a Costa Rica; de Perú a Chile, y desde Bolivia a Argentina o Brasil.
En otras ocasiones el viaje es mucho más largo, a Estados Unidos o a Europa. Para lograrlo las familias arriesgan sus pocas pertenencias, intentan reunir el dinero del pasaje e iniciar una dura aventura, que no todas las veces resulta exitosa.
En el camino quedan familias desestructuradas; hijos al cuidado de abuelas y familiares o vecinas, y muchas veces se preguntan si en realidad valió la pena tanto sacrificio en aras de buscar unos dólares o euros de más.
En Bolivia conocí el caso de una señora que “se fue por sus hijos y se tuvo que regresar por sus hijos”, según me comentaron, ya que el dinero no era suficiente para cubrir las necesidades de afecto que solamente los padres pueden ofrecer a sus hijos. En el caso de esta señora, sus hijos -ya adolescentes- empezaron a buscar en la calle lo que no encontraban es su casa, con los riesgos que ello conlleva, como embarazos precoces, problemas de drogadicción, pandillaje, etc.
En Colombia, aunque también hay migraciones, éstas tienen lugar por motivos muy diferentes y es que el conflicto armado obliga a las familias a abandonar su tierra para emprender un camino incierto en el vecino país, Ecuador.
No importa cuáles sean las causas, los efectos de la desestructuración familiar en general son los mismos y quienes llevan la peor parte son las y los hijos.